AVISO: absténgase machirulos, son el enemigo, esta entrada no les da la razón
Soy feminista. Mis creencias, deseos y acciones lo demuestran. Nadie puede decirme que no lo soy salvo que constate que mis creencias, mis deseos y mis acciones demuestren que no lo soy. Soy un varón en un sistema patriarcal, nadie puede dudarlo, así que posiblemente tendré creencias y deseos sexistas, y puede que cometa actos sexistas también, contra mi voluntad, contras mis creencias y deseos fundamentales, como excepción al patrón normal de mis acciones. Sí, lo sé, no es imposible que de cuando en cuando tenga comportamientos machistas. Son la excepción luego no me definen. Lo que hago ahora no es mansplaining (salvo que se pretenda que lo hago necesariamente solo por ser un varón explicando algo, lo cual es un ad hominem inaceptable), pero tiendo (o he tendido, pues me esfuerzo por cambiar) a hacerlo. Creo que es un comportamiento machista y que no debo tenerlo, me resisto a hacer mansplaining (me cuesta, pues tengo tendencia al “explaining” en general, soy profesor, es deformación profesional). Pero no, cada vez que un varón habla de feminismo con una mujer no es forzosamente un caso de mansplaining, es una discusión entre feministas de distinto sexo, nada más.
Soy feminista. Mis creencias, deseos y acciones lo demuestran. Nadie puede decirme que no lo soy salvo que constate que mis creencias, mis deseos y mis acciones demuestren que no lo soy. Soy un varón en un sistema patriarcal, nadie puede dudarlo, así que posiblemente tendré creencias y deseos sexistas, y puede que cometa actos sexistas también, contra mi voluntad, contras mis creencias y deseos fundamentales, como excepción al patrón normal de mis acciones. Sí, lo sé, no es imposible que de cuando en cuando tenga comportamientos machistas. Son la excepción luego no me definen. Lo que hago ahora no es mansplaining (salvo que se pretenda que lo hago necesariamente solo por ser un varón explicando algo, lo cual es un ad hominem inaceptable), pero tiendo (o he tendido, pues me esfuerzo por cambiar) a hacerlo. Creo que es un comportamiento machista y que no debo tenerlo, me resisto a hacer mansplaining (me cuesta, pues tengo tendencia al “explaining” en general, soy profesor, es deformación profesional). Pero no, cada vez que un varón habla de feminismo con una mujer no es forzosamente un caso de mansplaining, es una discusión entre feministas de distinto sexo, nada más.
Soy feminista porque defiendo la igualdad efectiva
entre hombres y mujeres, ejerzo dicha igualdad en mi vida diaria, denuncio los
prejuicios sexistas, conozco el pensamiento feminista y coincido
con sus supuestos fundamentales (muy breve y concisamente: la existencia de un
sistema patriarcal que atribuye unos determinados roles de género a cada sexo
otorgando al género femenino, y así a las mujeres, un papel de subordinación al
varón). También, trato de divulgar el feminismo desde este blog: https://elninoquejuegaalosdados.blogspot.com.es/search/label/Feminismo
¿Qué no soy?
No soy una mujer, así que no puedo decir #MeToo, no soy víctima, pertenezco al
bando de los opresores (pero eso no me convierte en opresor), no lucho por mis derechos (aunque el sistema patriarcal
imponga un rol de género a los varones que no me guste, no deja de ser el rol
que conlleva privilegios) sino por derechos ajenos, no puedo ni debo liderar
esa lucha, no puedo tener voz como mujer, pues no lo soy. Convengo en que soy
un aliado en la lucha por la igualdad, en el movimiento de las mujeres por la
igualdad, pero no soy un aliado feminista. Soy feminista a secas, y varón.
No, cuando
critico la teoría (o el artículo, o la ponencia) de una mujer dentro del
feminismo no hago mansplaining. No cuando hablo de feminismo no hago
mansplaining. Soy el profesor de la asignatura de Valores Éticos de mi
instituto, es mi obligación hablar de feminismo a los alumnos. Tengo cromosomas
y caracteres sexuales masculinos, pero he estudiado pensamiento feminista en la
carrera, participé en la fundación de un grupo de estudios feministas en la
facultad, acudo a manifestaciones del 8 de Marzo desde hace ya hace veinte años
(os aseguro que entonces éramos bastante menos que ahora), y he leído y
estudiado con devoción a Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir, Betty Friedan
y tantas otras pensadoras fundamentales (eso tampoco me convierte en autoridad, no es mi especialidad en el campo de la filosofía).
También he leído (y escuchado) a grandes feministas españolas como Amelia
Valcárcel y Celia Amorós. De esta última asumo la crítica a algunas posturas
feministas desde otras posturas feministas, porque si critico el feminismo de
la diferencia (o algunos aspectos del mismo) no es desde el machismo, es desde
el feminismo de la igualdad. Si disiento del invento postmoderno del “falogocentrismo”
es porque creo que precisamente el logocentrismo es nuestra única oportunidad para
acabar con el falocentrismo. Critico ciertas ideas de la tercera ola porque
beben de filósofos postmodernos a los que ataco fuera del feminismo por sus
ideas en general. Parte de la teoría queer bebe de Derrida, difícilmente podré
comulgar con dicha parte si critico en general la deconstrucción. A su vez, si
critico aspectos del marxismo es lógico que critique el feminismo marxista,
pero dicha crítica no viene desde el machismo, sino desde el feminismo liberal. Y no, no todo feminismo es necesariamente anticapitalista o tendríamos que
expulsar del feminismo a una gran parte de sus teóricas fundamentales (aunque de hecho a algunas teóricas feministas se les acaba la sororidad cuando se trata de mujeres de derechas); y no, no
todo liberalismo es neoliberalismo o liberalismo económico, Olympe de Gouges y
Mary Wollstonecraft eran fundamentalmente liberales.
Tal vez soy un
fósil de la segunda ola arrollado por la tercera, o algo peor, un partidario
del feminismo de corte ilustrado. Pero creo que mi tarea es resistirme a que
dentro del pensamiento feminista (otra cosa es dentro del activismo) pese otra
cosa que los argumentos, pese quién los esgrime y sus cromosomas sexuales. Y
no, esto no son male tears, sencillamente como feminista no me resigno a
“callar y escuchar” como me recetó en su día la dueña del feminismo en Twitter,
precisamente porque no soy capaz de permitir que el feminismo deje de
ser un pensamiento vivo, una filosofía activa, una teoría crítica y se
convierta en el dogma de algunas personas solo para unas pocas personas. Cuantos más seamos, más
cerca estará la igualdad, y eso es lo que queremos, en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestros gobiernos, en nuestras calles.
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