sábado, 14 de enero de 2012

Cinco mitos acerca de la educación

          Si es cierto que cada español tiene dentro un seleccionador nacional de fútbol, seguramente cada profesor (al menos en la educación secundaria, aquella que conozco y en la que se centra este texto) tiene dentro un Ministro de Educación. No obstante los sucesivos ministros de Educación de España no han explotado esa naturaleza en absoluto, pues siempre que se han lanzado a elaborar una nueva ley educativa (algo que ocurre al mismo ritmo que cambian los gobiernos, por no decir los ministros) lo han hecho contando con el asesoramiento de lo que oscuramente se llama "expertos" y que, contra todo pronóstico, en el caso de la educación parece que no son los profesores. No, en este país ser experto en algo no consiste en dedicarle nuestra vida, en ejercer profesionalmente ese algo a diario, sino en teorizar acerca de ello. Los expertos en economía no son empresarios y trabajadores, sino economistas teóricos y sociólogos, y los expertos en educación no son los educadores (padres y profesores), sino los psicólogos y los pedagogos que estudian la educación desde el punto de vista teórico.
          Dado que soy profesor no puedo presumir de experto en educación, y por tanto querría proponer dislates de tal calibre como que para hacer la próxima ley educativa (que llegará, entre otras cosas porque es necesaria, siempre que se haga bien y no como hasta ahora) se cuente con la opinión de la comunidad educativa y especialmente del profesorado. Sé que es osado plantear la elaboración de una ley sin la concurrencia de los expertos en la materia, pero la forma en que se ha legislado en el terreno educativo en este país me lleva al atrevimiento de considerar que se legislaría mejor atendiendo a la realidad educativa que señalan los docentes, esos inexpertos en educación. ¿Qué docentes? Todos (y tal vez una gran mayoría de ellos no coincida con las conclusiones de este artículo). Cuantos más mejor, porque otra tendencia de los ministros de educación es la de consultar solo a aquellos docentes o asociaciones de docentes que son de su cuerda, garantizándose así el PSOE una ley educativa perfectamente socialista y el PP otra perfectamente liberal. Lo que se garantiza en ambos casos son leyes perfectamente doctrinarias, y la educación debería ser precisamente lo contrario del adoctrinamiento. Pero no, los principales partidos de este país tienden a considerar que la educación no debe tener por objetivo formar ciudadanos autónomos y responsables, sino futuros votantes (propios, claro).
          Como considero que uno de los principales males de este país es esa confusión del PPSOE entre lo bueno para ellos y lo bueno para el país, voy a tratar de desideologizar aquí ciertas cuestiones referentes a la educación, a ver si los legisladores se animan por fin a tratar de hacer una buena ley educativa sin más, para todos, y no una ley "progresista y de izquierdas" o "liberal y de calidad", entre otras cosas porque lo que unos llaman "progresista" a menudo esconde ideas absolutamente regresivas y antisociales y lo que otros tildan de "liberal" está sistemáticamente sometido a la moral religiosa. Ciertas ideas se han convertido en lugares comunes en el debate educativo e infectan de tal forma dicho debate que ya no se discute acerca de las propias medidas a adoptar ni de su pertinencia para el buen funcionamiento del sistema educativo, sino que se emplean para etiquetar al interlocutor como "progre" o como "reaccionario" y con ese ad hominem dar por zanjada la cuestión. Si defiendes X entonces eres de derechas... pues resulta que soy de izquierdas, así que tendré que defender Y. Da igual si es mejor X o Y, lo importante es lo que yo me siento para aplicar el recetario adecuado, no vayan a confundirme y pensar que no soy de los buenos.
          La violentación del lenguaje en el contexto educativo dio comienzo con la LOGSE (que entre otras cosas pervirtió el lenguaje para garantizar que cualquiera que se opusiera a dicha ley tuviera que ser considerado no ya un reaccionario, sino un cura de El florido pensil) pero sucesivos gobiernos han adoptado esa jerga gustosamente para poder autodefinirse mejor (que de hecho es de lo que se trata, no de legislar para el bien común, sino de demostrar lo auténtico que se es). Aquí voy a tratar de deshacer cinco de esos tópicos, algunos vienen de muy antiguo, otros son más recientes, para mí todos ellos son mitos que convierten el debate educativo no en un debate de ideas y hechos, sino en un duelo de prejuicios del tipo "a ver quién la tiene más larga". Pues quien la tiene más larga soy yo y por eso siendo profesor, y no un experto en educación, me permito decir que no es cierto que:

          1/ La letra con sangre entra. Recomiendo vivamente la lectura del Panfleto Antipedagógico de Ricardo Moreno Castillo, con cuyo contenido coincido en gran parte salvo en esa gratuita y tópica afirmación de la página 30 "una bofetada dada a tiempo no traumatiza a nadie y puede salvar una vida". Lo primero es que obviamente una bofetada no traumatiza a nadie, pero es que hay muy pocas cosas que traumaticen a las personas, y no por ello todas las demás son buenas. Lo segundo es que lo de "puede salvar una vida" es, como poco, melodramático. El autor del libelo emplea como ejemplo para ilustrar esta idea la película El milagro de Ana Sullivan, útil para entender que ser exigente con los alumnos no es hacerles mal alguno sino un bien, porque es la exigencia lo que les permite progresar mientras que una excesiva permisividad los lleva a refugiarse en una indolencia autocomplaciente. Pero no todos los alumnos son como Helen Keller (protagonista de la película) y no les va la vida en que les den un bofetón o no, y además, incluso en el caso de Helen Keller no es el bofetón lo que "salva" su vida, sino una educadora exigente que en un momento dado recurre al bofetón, pero que habría obtenido el mismo resultado sin ese bofetón. Lo tercero y último es que, al emplear esa escena de esa película como ejemplo, Ricardo Moreno crea la ficción de que es posible entender qué significa "a tiempo", pero no es tan fácil determinar cuándo tiene lugar (entre todas las rabietas, caprichos y desafíos de una vida) ese momento que es el instante en que o damos la bofetada o el chaval estará perdido irremisiblemente. ¿Qué es ese "a tiempo", el kairós griego? ¿Cómo se reconoce? A ver si para estar seguros de acertar vamos a dar más bofetadas de la cuenta, porque eso sí que traumatiza y no solo no salva vidas sino que las arruina. No, entre la afirmación "es necesario exigir al alumno que se esfuerce para que tenga oportunidad de mejorar" y "la letra con sangre entra" lo que hay es una falacia de pendiente resbaladiza.

          2/ La enseñanza es educación y no instrucción. He aquí una claro caso de perversión del lenguaje mediante el vocabulario LOGSE. Según dicha ley (o sus ideológos), lo que habían estado haciendo los profesores hasta ese preciso instante era instrucción, como los militares, y claro, ¿qué profesor querría tenerse a sí mismo por un cabo chusquero? Pero jugar con el significado connotativo de las palabras es sencillo, las asociaciones vienen y van. Preguntémosle a un padre si prefiere que su hija en el instituto sea educada o instruida. Dirá que si su hija necesita de 15 años de enseñanza reglada para ser educada, que nos metamos esa enseñanza por el culo, que educar es algo que ya puede hacer él. Ser una persona instruida no significa ser un autómata que se pone firme cuando se lo ordenan, sino que posee cierta riqueza de conocimientos, cosa que va más allá de tener buenas maneras, que es en lo que consiste en cambio ser educado. Es cierto que educación e instrucción no son lo mismo, pero es falso que la enseñanza reglada (al menos en secundaria) deba consistir solo en educar a los alumnos. Sin duda incluso en Bachillerato se educa como parte del proceso normal de enseñanza (porque es imposible no educar al enseñar y por ello siempre se ha hecho), pero educar no puede ser el objetivo final de la enseñanza reglada sino más bien el punto de partida, los alumnos deben venir ya bastante educados de casa, porque la buena educación es indispensable pero no existe ninguna profesión para la que sea condición suficiente. ¿De verdad a alguien le parece razonable un sistema educativo cuyo único logro fuera producir personas educadas? Como dije más arriba, de los institutos deben salir ciudadanos autónomos y responsables, pero también futuros profesionales porque, ¿qué autonomía y responsablidad podría tener quien no sabe hacer nada? Creo que contra lo que se viene defendiendo (no vaya a ser que acabemos instruyendo), de los institutos debería salir gente con conocimientos. ¿Pero cómo, qué estoy diciendo? ¡Seré reaccionario! Reconozco que sí, porque guardo en mi memoria (se ve que, pobre de mí, soy alguien instruido) que el Ministerio de Educación en la 2ª República se llamaba de Instrucción Pública.

          3/ La enseñanza de procedimientos es superior a la de contenidos. Con esto se quiere decir, o bien una obviedad admitida hace largo tiempo (que conocer algo no es lo mismo que ser capaz de repetirlo como un papagayo) o bien una falsedad (que es posible adquirir conocimientos desde el punto de vista puramente formal, desprovistos de datos, y que esto encima sería bueno). Que quepa distinguir, por mor del análisis, entre conocimientos declarativos (el saber qué) y procedimentales (el saber cómo), no implica que haya que elegir entre uno de los dos, ni que uno de los dos sea mejor que el otro. Ambos son indispensables, ambos son inseparables, se trata de una falsa disyuntiva. Como diría Kant, "las intuiciones sin conceptos son ciegas y los conceptos sin intuición están vacíos", la forma sin contenido y el contenido informe no pueden constituir conocimiento alguno. "No le des el pez, enséñale a pescar", bien, buen consejo, enseñaré a aprender a mis alumnos, pero lo haré enseñándoles contenidos, obligándoles a aprenderlos, o se imaginan ustedes que pueda enseñar a alguien a pescar gesticulando sin caña en medio del desierto. Para aprender a pescar hacen falta peces, ¿o ahora va a resultar que tan solo deberíamos enseñar en los institutos matemáticas teóricas, sintaxis y lógica simbólica? Defender el aprendizaje significativo es algo que lleva haciéndose desde mucho antes de que Ausubel (toda mi admiración para él, por cierto) explicara en qué consiste dicho aprendizaje, pero se empleaba una expresión tan prosaica como "entender y asimilar lo que se aprende" por oposición a "sabérselo solo de memorieta".

          4/ La experiencia y la formación pedagógicas son más útiles para ejercer la docencia que los títulos, las publicaciones y la formación teórica. Con esta idea los principales sindicatos de educación llevan tiempo logrando que quien realiza el mejor examen de oposición y está mejor formado científicamente no se lleve la plaza, sino quien haya realizado más cursos de formación de los que ellos mismos imparten y lleve más años optando a sacar una plaza sin éxito (probablemente porque hizo una primera oposición brillante, sin lograr plaza, pero sí una interinidad revalidada en sucesivas oposiciones). Para el buen ejercicio de la docencia de mi asignatura parece ser irrelevante que haya publicado en revistas científicas de carácter internacional, no así haber realizado un curso a distancia superado mediante un sencillo test. Es cierto que la experiencia, las tablas, permiten aprender trucos para saber manejar mejor una clase, pero no lo mejoran a uno como docente. Conducir más no hace mejor conductor al macarra, sólo más hábil. En cambio el estar actualizado respecto a los últimos avances en su materia sí permite a un profesor renovarse, dar nuevos enfoques a las clases, crear nuevos materiales, mejorar los contenidos de los manuales. El tiempo, el ejercicio continuado de la profesión es posible que lo que me haga es perseverar en el error, enquistarme en mis manías, crear automatismos. El ámbito de mejora del docente es sobre todo el de sus conocimientos, porque la curiosidad intelectual es un gran elemento motivador que no puede no repercutir para bien en las clases. "Me da igual que sepa mucho si no sabe explicar" suele decirse de algunos profesores, claro, pero puestos a jugar a este juego de banalidades también da igual que sepa poco o nada, y parece que sería aún peor alguien que supiera explicar pero no supiera nada. El primero explicará mal, pero al menos tendrá algo que explicar. Aquel que se infle a cursos de pedagogía (que tampoco sobran) pero considere que su disciplina es un cuerpo de saber finito, al menos en lo que concierne al nivel en que enseña, será tan buen docente como buen médico aquel que estudie manuales de buenas maneras (o de "counseling") para dirigirse al paciente pero no los últimos avances teórico-prácticos de su especialidad.

          5/ La educación, o es comprensiva, o es segregacionista. La educación debe ser para todos, es el único medio que realmente garantiza la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos y que puede permitir que aquellos que menos tienen progresen en la escala social. Un mal sistema educativo público arruina las opciones de los más desfavorecidos, pues aquellos que puedan permitírselo dejarán la escuela pública en pos de la enseñanza privada (suponiendo que esta sea mejor, que no es así, sino que depende de los centros). La educación debe pues ser comprensiva, a priori todos caben o deben caber en ella, salvo aquel que no quiere estar, porque obligarle a permanecer en ella no es propio de una educación comprensiva, sino autodestructiva, y hemos quedado en que destruir la educación pública es arruinar las opciones de los más desfavorecidos, y esto sí que es segregar, y no el buscar otras vías para integrar en el sistema profesional a aquelllos que odian tanto estar en los centros que no hacen sino boicotear las clases y eliminar las posibilidades de aprender de los demás. Mientras exista el Bachillerato en horario nocturno (que me temo que peligra) siempre habrá una segunda oportunidad para aquelllos que se rindieron demasiado pronto y se arrepintieron más tarde. Se trata una vez más de una falsa disyuntiva entre lo comprensivo y lo segregacionista, lo que debe ser el sistema educativo es flexible.

          Dado que no soy un experto, solo un profesor de secundaria, probablemente lo que yo considero mitos sobre la educación sean verdades como puños, en cualquier caso no reivindico que se legisle conforme a mis ideas, sino que se haga contando con el profesorado, confiando en su experiencia más que en los constructos teóricos, y que se consensúe la ley en el Congreso para poner fin a esta carrera armamentística de la educación entre izquierda y derecha, y así podamos contar con cierta estabilidad. La educación (como tantas cosas) no debería formar parte del enfrentamiento partidista, hay demasiado en juego, y si no sabemos por dónde tirar sencillamente escojamos un buen modelo, dicen que el finlandés es el mejor sistema educativo, ¿seremos tan imbéciles de preguntarnos si es progresista o liberal?
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