jueves, 14 de junio de 2018

No soy un aliado, no estoy haciendo mansplaining y esto no son male tears

AVISO: absténgase machirulos, son el enemigo, esta entrada no les da la razón

Soy feminista. Mis creencias, deseos y acciones lo demuestran. Nadie puede decirme que no lo soy salvo que constate que mis creencias, mis deseos y mis acciones demuestren que no lo soy. Soy un varón en un sistema patriarcal, nadie puede dudarlo, así que posiblemente tendré creencias y deseos sexistas, y puede que cometa actos sexistas también, contra mi voluntad, contras mis creencias y deseos fundamentales, como excepción al patrón normal de mis acciones. Sí, lo sé, no es imposible que de cuando en cuando tenga comportamientos machistas. Son la excepción luego no me definen. Lo que hago ahora no es mansplaining (salvo que se pretenda que lo hago necesariamente solo por ser un varón explicando algo, lo cual es un ad hominem inaceptable), pero tiendo (o he tendido, pues me esfuerzo por cambiar) a hacerlo. Creo que es un comportamiento machista y que no debo tenerlo, me resisto a hacer mansplaining (me cuesta, pues tengo tendencia al “explaining” en general, soy profesor, es deformación profesional). Pero no, cada vez que un varón habla de feminismo con una mujer no es forzosamente un caso de mansplaining, es una discusión entre feministas de distinto sexo, nada más.
 Soy feminista porque defiendo la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, ejerzo dicha igualdad en mi vida diaria, denuncio los prejuicios sexistas, conozco el pensamiento feminista y coincido con sus supuestos fundamentales (muy breve y concisamente: la existencia de un sistema patriarcal que atribuye unos determinados roles de género a cada sexo otorgando al género femenino, y así a las mujeres, un papel de subordinación al varón). También, trato de divulgar el feminismo desde este blog: https://elninoquejuegaalosdados.blogspot.com.es/search/label/Feminismo
¿Qué no soy? No soy una mujer, así que no puedo decir #MeToo, no soy víctima, pertenezco al bando de los opresores (pero eso no me convierte en opresor), no lucho por mis derechos (aunque el sistema patriarcal imponga un rol de género a los varones que no me guste, no deja de ser el rol que conlleva privilegios) sino por derechos ajenos, no puedo ni debo liderar esa lucha, no puedo tener voz como mujer, pues no lo soy. Convengo en que soy un aliado en la lucha por la igualdad, en el movimiento de las mujeres por la igualdad, pero no soy un aliado feminista. Soy feminista a secas, y varón.
No, cuando critico la teoría (o el artículo, o la ponencia) de una mujer dentro del feminismo no hago mansplaining. No cuando hablo de feminismo no hago mansplaining. Soy el profesor de la asignatura de Valores Éticos de mi instituto, es mi obligación hablar de feminismo a los alumnos. Tengo cromosomas y caracteres sexuales masculinos, pero he estudiado pensamiento feminista en la carrera, participé en la fundación de un grupo de estudios feministas en la facultad, acudo a manifestaciones del 8 de Marzo desde hace ya hace veinte años (os aseguro que entonces éramos bastante menos que ahora), y he leído y estudiado con devoción a Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir, Betty Friedan y tantas otras pensadoras fundamentales (eso tampoco me convierte en autoridad, no es mi especialidad en el campo de la filosofía). También he leído (y escuchado) a grandes feministas españolas como Amelia Valcárcel y Celia Amorós. De esta última asumo la crítica a algunas posturas feministas desde otras posturas feministas, porque si critico el feminismo de la diferencia (o algunos aspectos del mismo) no es desde el machismo, es desde el feminismo de la igualdad. Si disiento del invento postmoderno del “falogocentrismo” es porque creo que precisamente el logocentrismo es nuestra única oportunidad para acabar con el falocentrismo. Critico ciertas ideas de la tercera ola porque beben de filósofos postmodernos a los que ataco fuera del feminismo por sus ideas en general. Parte de la teoría queer bebe de Derrida, difícilmente podré comulgar con dicha parte si critico en general la deconstrucción. A su vez, si critico aspectos del marxismo es lógico que critique el feminismo marxista, pero dicha crítica no viene desde el machismo, sino desde el feminismo liberal. Y no, no todo feminismo es necesariamente anticapitalista o tendríamos que expulsar del feminismo a una gran parte de sus teóricas fundamentales (aunque de hecho a algunas teóricas feministas se les acaba la sororidad cuando se trata de mujeres de derechas); y no, no todo liberalismo es neoliberalismo o liberalismo económico, Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft eran fundamentalmente liberales.
Tal vez soy un fósil de la segunda ola arrollado por la tercera, o algo peor, un partidario del feminismo de corte ilustrado. Pero creo que mi tarea es resistirme a que dentro del pensamiento feminista (otra cosa es dentro del activismo) pese otra cosa que los argumentos, pese quién los esgrime y sus cromosomas sexuales. Y no, esto no son male tears, sencillamente como feminista no me resigno a “callar y escuchar” como me recetó en su día la dueña del feminismo en Twitter, precisamente porque no soy capaz de permitir que el feminismo deje de ser un pensamiento vivo, una filosofía activa, una teoría crítica y se convierta en el dogma de algunas personas solo para unas pocas personas. Cuantos más seamos, más cerca estará la igualdad, y eso es lo que queremos, en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestros gobiernos, en nuestras calles.


viernes, 27 de abril de 2018

Reflexiones en torno a la sentencia a "la manada"

         En primer lugar he de ser honesto, y reconocer que me falta el conocimiento técnico necesario para permitirme hablar con autoridad sobre cuestiones de derecho, no obstante la ley y su aplicación se basan entre otras cosas en principios racionales y razonables, accesibles pues a cualquier persona racional y razonable. Tanto es así, que el legislador puede ser cualquier persona, no así el juez. Por tanto, en ningún caso voy a tratar de ponerme en el lugar de este último, sino del primero.
          Con la sentencia a la "manada", muchos (si no todos los que somos legos en derecho procesal), hemos descubierto que existe una diferencia (insuficientemente justificada, trataré de mostrar) dentro de las violaciones: existen aquellas que se consideran abuso sexual y aquellas que se denominan agresión sexual.  El abuso sexual solo implica una práctica sexual sin consentimiento libre y sin violencia o intimidación (no necesarias en estos casos por estar la víctima en estado de embriaguez, ser menor, etc... por no tener pleno uso de sus facultades). Por otra parte la agresión sexual consistiría en una práctica sexual no consentida en que media violencia o intimidación, entendiendo por violencia el uso de fuerza y por intimidación la amenaza. Leído el relato de los hechos que aparece en la sentencia, parece difícil argumentar que no existió intimidación, pues las propias circunstancias en que tuvo lugar (un lugar cerrado y aislado, con una superioridad numérica y física palmaria, diferencia de edad, ninguna muestra de interés por el bienestar de la víctima) son intimidatorias. No puede pretenderse que solo si existe una amenaza explícita (verbal o por la presencia de un elemento intimidatorio como una navaja) tenga lugar intimidación, pero eso parece desprenderse del veredicto de "abuso sexual". Me gustaría a este respecto recordar aquí la "mansedumbre" con que según Hannah Arendt las víctimas del Holocausto se habían dejado conducir a la muerte y confío en que dicho ejemplo haga entender que la intimidación es algo más que amenazas explícitas o golpear a alguien en el hombro con la culata del fusil, el contexto mismo de unos acontecimientos y una serie de códigos implícitos intimidan. Cuando estamos intimidados reaccionamos con esa mansedumbre abandonándonos, el temor nos priva de nuestra voluntad.
          Dicho esto, considero razonable cambiar el código penal para eliminar esta diferencia, pues existen muchas formas y grados de violencia o de agresión, y la diferencia recogida por la ley actual es más escolástica que práctica, siendo lo fundamental el hecho de que un sujeto actúe coaccionado o no, bien porque dicho sujeto no está en el pleno uso de sus facultades, bien porque la situación le impide tomar decisiones pues es intimidatoria por su propio contexto o bien porque hay una amenaza expresa verbal o física. La violencia en ocasiones es implícita porque no es necesario hacerla explícita, los sobreentendidos y su efecto sobre las acciones de víctima son suficientes para coaccionarla, y por ello no creo que la agresión física haya de ser parte de los criterios que permitan distinguir entre una violación más grave y otra menos grave, y así no tiene sentido establecer distinción alguna entre abuso sexual y agresión sexual, la violación es un tipo de agresión específico. Otra cosa es que la agresión física o la intimidación mediante el uso de la fuerza, del daño físico y no solo moral, puedan ser tenidas como agravantes. De esta forma, sugiero que todo abuso sexual sea tenido por agresión sexual, y una cuestión distinta sea dilucidar si además esta se produjo o no con el agravante de violencia. Este es mi mensaje para el legislador.

          Naturalmente puedo equivocarme y he de decir que la sentencia misma no es lo que más me aterra de todo este asunto (me sorprende e indigna, no me aterra). Es probable que los culpables merecieran un castigo más severo, me cuesta dictaminar algo así sin saber cuáles son las penas por otros muchos delitos, solo eso me permitiría medir su proporcionalidad. En principio diría que me resulta insuficiente pena sabiendo que probablemente esta no será cumplida íntegramente, pero no obstante quiero insistir en que la versión de la víctima ha sido creída y que los culpables van a ser castigados, y esto es una buena noticia, la discusión está en el tipo penal (algo que, por cierto, me sorprende que políticos que llevan legislando durante años juzguen ahora un despropósito y no se tengan a sí mismos por los valedores de dicho despropósito).

          ¿Y si no es la sentencia misma qué es lo que más me aterra? El voto particular, el concepto de "veredicto social" y la propia manada.

          La verdad es que, tras leer parte de la sentencia me resulta incomprensible que uno de los jueces considere que los culpables han de ser absueltos. Solo se me ocurre que sea por un garantismo muy escrupuloso, pero dado lo que los jueces mismos han considerado hechos probados me resulta incomprensible. Y sí, que así sea me resulta aterrador, pues me obliga a buscar explicaciones alternativas, y todas entran en el rango del sesgo particular del juez, de sus prejuicios, y por tanto de la arbitrariedad que es uno de los máximos males de la justicia (es, de hecho, la injusticia misma).1

          Pero otro de esos grandes males es la justicia popular, de la opinión mayoritaria, del sentir del momento por parte del pueblo, en fin, de lo que he visto llamar desde ayer "veredicto social". Juzgar a base de "veredictos sociales" sería también lo contrario a la justicia. Me reconforta pensar que lo que la sociedad piensa mayoritariamente acerca de actuaciones como las de la manada ha cambiado, pero durante años la sociedad fue condescendiente con los agresores y tendió a culpabilizar a las víctimas ("guarras que iban provocando"), ese era el "veredicto social" antaño. Si hemos mejorado es precisamente porque hemos escapado al veredicto social, al estado de naturaleza hobbesiano, hemos delegado como pueblo la administración de la justicia a cambio de una imparcialidad de la que la sociedad como un presunto todo es obviamente incapaz. Entiendo a aquellas personas que protestan y persiguen un cambio legislativo (pero habrá de ser conforme a razones, no a intuiciones o sentimientos), lo mismo hago yo, pero aquellas otras que establecen un juicio paralelo y pretenden coaccionar a los jueces me aterran, pues siguen el mismo criterio de justicia que quienes fueron a aporrear la puerta de la comisaría para linchar a la asesina de un niño en Almería. El "veredicto social" es la ausencia de veredicto, es el que acabó condenando a Dolores Vázquez por el caso Wanninkhof  o defiende la pena de muerte cada vez que nos enfrentamos a un asesinato horrible. En resumen, "veredicto social" significa "aquello que la opinión pública tenga por intolerable" (o peor "lo que a mí y los míos nos parezca intolerable")... y no olvidemos que al final dicha opinión depende de lobbies de presión y de grandes medios de comunicación. Me aterra que haya quien piense que deberían ser ellos quienes juzguen.

          Pero al fin, lo que más me aterra de todo esto es la propia manada. Me resulta aterrador que existan personas así, capaces de considerar que realmente una mujer pueda querer voluntariamente ser penetrada en quince minutos por todos sus orificios en un portal de una casa por cinco completos desconocidos, que lo mismo eyaculen dentro que fuera de ella (como si eso no pudiera tener unas consecuencias dramáticas), y que la dejen tirada desnuda sin mediar palabra, y que al día siguiente al detenerles realmente no den crédito.2 Me inquieta que existan violadores, pero me aterra que los violadores no se tengan a sí mismos por tales, ni sus novias. ¿Qué película se han montado esas mujeres en sus cabezas? ¿Que ellos son muy machos y no pueden controlarse, y que si llega una chica provocando... pues hay que comprenderlo, ellos no son dueños de su voluntad? Pero aunque me resulte incomprensible no sería justo poner el acento en esas mujeres, sino en ellos. Son depredadores sexuales, seguían un plan, era su forma de divertirse, salían de fiesta a cazar en manada, literalmente. Me aterra que pueda existir una disonancia cognitiva tan grande como para que puedan no sentir arrepentimiento y reconocer su culpa, para que se tengan por inocentes injustamente detenidos.
          Quiero recordarlo: dejaron a una chica sola, desnuda, menor que ellos, recién penetrada por todas partes, desconocida, a la que habían grabado, a la que robaron el móvil, tirada en un portal de un edificio cualquiera, abandonada a su suerte y sin mediar palabra. ¿Y consideran que no hicieron nada malo? Redujeron a una persona a la categoría de objeto sexual, ¿y consideran que eso es una forma de diversión legítima? Que existan personas que piensen y sientan así es lo realmente aterrador de todo esto. Lo pienso también como padre y como educador. ¿Qué hacemos mal? ¿Cómo podemos criar a chicos que consideren que realmente una mujer es digna de ese trato? Repito, que existan personas así es lo que me aterra. Pero por eso y a pesar de todo en principio siento más alivio que indignación con la sentencia, porque al menos no han quedado impunes, y porque al menos por un tiempo hay cinco monstruos menos por nuestras calles.


1. Cuando escribí esta entrada solo había leído la parte de la sentencia "hechos probados". Más tarde leí los argumentos del voto particular y he de decir que mis sospechas de arbitrariedad están infundadas. Frases sacadas de contexto justifican las sospechas, pero aun cuando las interpretaciones de algunos hechos que aparecen interpretados de otra forma entre los "hechos probados" de la sentencia resulten chocantes, hay que reconocer que el juez se basa en interpretaciones de los peritos que peritaron los propios vídeos. También, el juez alega que el cambio de la acusación de agresión sexual a abuso sexual después de la instrucción del caso produce indefensión en los acusados por la imposibilidad de la defensa de reelaborar su estrategia, y esto también parece razonable, quienes aducen que esto sería un mero fomalismo no entiende que precisamente la justicia es un formalismo, esto es, un mecanismo que obedece a ciertos principios formales que existen tan solo para garantizar la imparcialidad y el respeto a los derechos básicos de los implicados. En fin, no puedo decir, y no creo, que el voto particular sea el punto de vista correcto (incluye una larga introducción en que hace un metajuicio sobre la influencia de los medios y la presión social que suena a excusatio non petita), pero es injusto decir que es arbitrario. No modifico el texto de la entrada porque considero que no sería honesto, esta entrada expone mi parecer en las circunstancias en que fue escrita.
          
2. No pretendo juzgar a ninguna mujer que voluntariamente quiera tener una experiencia sexual como la descrita, es perfectamente posible y legítimo, no pretendo hacer un juicio sobre hábitos sexuales, solo faltaría. Me aterra el hecho de que algunos varones presupongan por defecto que lo más plausible es que cualquier mujer esté predispuesta a ello, que no sea necesario tener la más mínima consideración, reevaluar las circunstancias, tomar el en cuenta el grado de intoxicación etílica de dicha persona o su vulnerabilidad relativa en una situación semejante. Cierto sector del feminismo lo ha llamado falta de empatía (y concluye que el sexo sin empatía es violación, algo con lo que no puedo estar más en desacuerdo), yo lo llamo sencillamente falta de respeto (esto es, de atención a la dignidad del otro).




martes, 6 de marzo de 2018

8 de Marzo, de cómo me convencí de que una huelga feminista es una buena idea

8marzo-huelga-feminista

          Lo reconozco, tenía (y tengo) mis dudas sobre la huelga feminista del 8 de marzo. No sobre la necesidad de celebrar el 8 de marzo y convertirlo en una jornada de visibilización y reivindicación, sino sobre la huelga como instrumento a ese fin.
          En principio una huelga es un mecanismo de presión para forzar un cambio, dicha presión se ejerce perjudicando directa o indirectamente (se detiene la producción) a aquel que puede hacer posible ese cambio (el empresario) aún a costa de un sacrificio (se deja de percibir el salario de los días de huelga). En este caso no está claro quién podría cambiar la situación (es demasiado optimista pensar que pueda resolverse a golpe de legislación) y hasta qué punto la huelga le incitaría a hacerlo (¿el marido machista dejará de serlo porque haga huelga de cuidados su esposa un día, el empresario que discrimina dejará de hacerlo porque un día se ausenten las mujeres de su empresa?). ¿Realmente ayuda esta huelga a la causa feminista? ¿No es una manifestación lo propio de una jornada de visibilización y reivindicación?
          A estos reparos se le unía el miedo a que, como viene ocurriendo con el feminismo en algunas redes sociales como Twitter, el evento fuese capitalizado por una única corriente del feminismo que excluyera a las demás, y lo que es o debería ser un acto de reivindicación transversal (porque en una jornada así la sororidad debería ser prioritaria) se convirtiera en un acto en que se impusiera una perspectiva ideológica (porque el feminismo no es, como pretenden sus detractores, "ideología" de género). Un manifiesto confirmó mis peores temores, pero afortunadamente gracias a este necesario artículo supe que era eso, un manifiesto, no el manifiesto.
          Pero he vencido estas reticencias, y ahora animo a cualquier mujer que lo desee a hacer huelga el jueves. Dos cosas me han hecho cambiar, al menos en parte, de opinión.
          Por una parte pienso en el oscuro y lejano 8 de marzo, hace más de veinte años, en que yo estudiaba lo que ahora se llama 2º de Bachillerato y acudía a la manifestación del Día de la Mujer Trabajadora. Éramos tres alumnos de todo el centro, por supuesto yo el único varón. También fue exigua la afluencia de compañeros durante mi carrera, ¡y éramos estudiantes de filosofía!. Y pienso ahora en la cantidad de alumnas que van a hacer huelga el jueves de los grupos de 2º de Bachillerato de los que soy profesor: la mayoría. Si la huelga ha sido capaz de lograr esa movilización, bienvenida sea.
          La segunda son los haters de la huelga, los argumentos de los machirulos contra la misma me han acabado de convencer de sus bondades, si tanto escuece, igual no es solo un caso más de política simulacro como podría uno temer por tratarse de una huelga que no aspira sino a visibilizar. Pero me llama especialmente la atención el argumento para no hacerla no de un machirulo, sino de la Presidenta de mi comunidad Cristina Cifuentes. Dice que hará huelga a la japonesa. Tiene gracia, porque no lo hará. Si tengo remilgos hacia la huelga feminista porque no se ajusta con exactitud al concepto de paro laboral, no hablemos ya de lo que propone la Presidenta de la Comunidad. En una huelga a la japonesa trabajar más perjudica a la empresa que se quiere presionar porque implica sobreproducción, y por tanto pérdidas en tanto el mercado no es capaz de asumir el exceso de oferta. Trabajar más por trabajar más, un día, no es hacer huelga a la japonesa, es, a lo peor, ser un esquirol. Porque puestos a ser puntillosos con las definiciones, el esquirol no es aquel que legítimamente decide no secundar una huelga, sino el que la sabotea, y trabajar por los que no vayan a estar es precisamente eso.
          Mis razones tal vez no son muy sólidas, parecen más bien circunstanciales. Y sí he leído argumentos sólidos no en contra de la huelga, pero sí contra uno de sus principales motivos pues, dado que se trata del Día de la Mujer Trabajadora y que lo que hay convocado es un paro laboral y de cuidados, parece que el centro de la reivindicación es la brecha salarial entre hombres y mujeres. A este respecto hay estudios que desmienten que exista tal brecha salarial entendida como discriminación, esto es, como "igual trabajo, distinto sueldo". La brecha salarial correspondería a la media de los salarios de los varones y la media de los salarios de las mujeres, lo que no implica "igual trabajo". Así, más bien la brecha salarial se debería principalmente a dos factores:
          A su vez, hay quien defiende que, aunque obviamente no puede asimilarse el sexo al género, que este es un constructo social, y que por lo tanto el sexo no predetermina la forma de vida, no obstante sí hay predisposiciones biológicas que explican estos sesgos.
          Bien, aun cuando concediera todo esto a quienes pretenden restarle importancia a la brecha salarial esta seguiría sin estar justificada, pues aún deberíamos preguntarnos por qué vivimos en una sociedad en que precisamente las predisposiciones del varón serían lucrativas y no las de la mujer ¿Por qué vivimos en una sociedad en que están mejor pagados los empleos relacionados con la tecnociencia y las mercancías que aquellos relacionados con el cuidado y las personas? ¿Qué justifica que aquellas mujeres que decidan ocuparse del cuidado de los hijos y hacer un hiato en su carrera profesional no puedan reincorporarse después a sus empleos sin trabas, recibiendo el justo premio por su fundamental contribución a la sociedad? La respuesta es el patriarcado, los varones hemos creado el mundo a nuestra medida, nos hemos asegurado de que sean los talentos asociados a la masculinidad los que sean más rentables.

          Si deseamos un cambio, tal vez empezar por una huelga global de mujeres el 8 de Marzo no sea tan mala idea como me había parecido en un principio.

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