Si
hay algo que ha demostrado el Presidente Rajoy en su comparecencia de
ayer en el Senado ante los diputados del Congreso es una concepción
de la democracia vergonzosamente pobre, y que todo un Presidente del
Gobierno pueda tener una idea tan limitada, tan inexacta de la
democracia, explica perfectamente la actual crisis política.
La
intervención de Rosa Díez señaló dos aspectos interesantes de ese
sonrojante analfabetismo político de Rajoy: el primero concierne a
la separación de poderes, en este caso entre el legislativo y el
ejecutivo (cierto que en sistemas parlamentaristas como el nuestro
cuando hay mayorías absolutas esta separación se desdibuja, pero
existe) y el segundo atañe a la diferencia entre legitimidad de
origen y legitimidad de ejercicio.
Empezando
por el segundo aspecto, nadie discute a quien haya sacado plaza en su
oposición a maestro que esté legitimado para enseñar en un colegio
público, salvo que falte sistemáticamente a clase, enseñe lo que
no corresponde a ese ciclo educativo o maltrate a sus alumnos (nótese
que en el tercer supuesto la actuación del maestro sería además
constitutiva de delito, pero no por ello debería dejar de asumir su
responsabilidad en calidad de docente, aunque Rajoy quiera hacernos
creer que la responsabilidad penal que determinan los jueces, y no la
profesional, política en el caso del Presidente, es la única que
existe). Que en esos casos el maestro dijera en su defensa “es que
yo saqué una oposición” equivale al “yo obtuve una mayoría de
los votos” de Mariano Rajoy. La concepción de la democracia de
Rajoy no va más allá de la existencia de elecciones y de pluralismo
político, condiciones sine qua non de la democracia, sí (mal
que le pese a los partidarios de “democracias orgánicas”), pero
no suficientes. Ya puestos, cualquier dictador comunista podría
aducir para legitimar su poder: “oiga, que yo hice una revolución
y derroqué a un dictador”, y no parece que Rajoy fuera capaz de
aceptar dicho argumento, pasmosamente semejante al suyo, pues ambos
consideran que solo el origen del poder, y no su ejercicio, es fuente
de legitimidad. ¿Y qué me dicen de: “Hitler llegó al poder
mediante unas elecciones”? ¿Qué podría aducir Rajoy en contra de
ese argumento? Su torpe concepción de la democracia le obliga a
reconocer la legitimidad del dominio del Partido Nacional-Socialista en la Alemania
de los años treinta del pasado siglo. Pero la realidad es que las
leyes de Núremberg desposeyeron a Hitler de la legitimidad de las
urnas, pues suponían una limitación de los derechos civiles y
políticos, una disolución del Estado de Derecho, y por tanto una
destrucción de la democracia que ningunas elecciones podrían
justificar. La democracia necesita de otras cosas, es un formalismo
complejo y las elecciones forman parte de ese formalismo, pero no son
todo el formalismo. Uno de los aspectos esenciales de dicho
formalismo es la separación de poderes, y esto nos permite pasar al
siguiente aspecto.
Rajoy
olvida que a él personalmente no le han elegido los españoles. Los
españoles hemos elegido a los diputados, y ellos son los que le han
elegido a él, por ello debe responder ante los diputados, que son
los representantes de la soberanía popular, y no el gobierno. Rajoy parece ignorar que el ejecutivo y el
legislativo deberían ser contrapoderes, por eso se niega a
contestar, porque para él, como para el portavoz del PP, el
Congreso, sus comparecencias, las sesiones de control, son un mero
circo, una pantomima, un formalismo esta vez en el mal sentido de la
palabra, un adorno, un trámite burocrático de cara al público.
Amasar enormes cantidades de dinero por parte del partido, invertirlo
en unas elecciones, salir elegido y... ancha es Castilla. Lo normal
es amasar más dinero aún para el partido en general y para sus
miembros en particular colocados a dedo en puestos de confianza y en
empresas públicas creadas como agencias de empleo para
correligionarios que esquivan el sistema normal de acceso a la
función pública. Oiga, y durante cuatro años, si hay mayoría
absoluta, ¿rendir cuentas a quién, de qué? La democracia es ganar
un concurso de votos cada cuatro años y hasta que acabe la
legislatura no me moleste usted que estamos gobernando.
Mi
sospecha es que la ignorancia de Rajoy de lo que la democracia es se
debe a que jamás se ha interesado por estudiarla, sino que tan solo
ha aprendido de su práctica en esta degenerada democracia que
tenemos en España. Rajoy realmente cree que independencia del poder
judicial significa que este pueda ser politizado por distintos
partidos, realmente cree que Gobierno y Estado son sinónimos,
realmente cree que libertad de prensa es que haya medios al servicio
de más de un partido, realmente cree que las promesas electorales no
son en absoluto vinculantes, realmente cree que en la carrera por
ganar elecciones todo vale y que no existen las responsabilidades
políticas, solo las penales. Lo ha mamado toda su vida y se lo cree,
no sabe lo que es una democracia avanzada porque nunca ha tenido
contacto con ella y no se ha preocupado por saber en qué consiste.
En
todo este asunto de Bárcenas, Rajoy me recuerda al capitán Renault
de Casablanca que cierra Rick's diciendo “qué escándalo, qué
escándalo, he descubierto que aquí se juega” mientras recibe el
fajo de billetes de sus ganancias. Eso sí, tengo total
convencimiento de que no encontrará una punzada de honestidad hacia
el final que le permita resarcirse y que nos lleve a augurar el
principio de una gran amistad, porque para rectificar hay que ser
capaz de reconocer que uno está equivocado y Rajoy realmente cree
que la única democracia posible, la única que existe, es esa en la
que él está inmerso, una democracia espuria.
Estoy muy de acuerdo en lo que debería ser. O en lo que nos gustaría que fuese.
ResponderEliminarAhora, yo veo la realidad de otra forma. Dices que los españoles elegimos a los diputados. Pues no, es Rajoy y pocos más quien confecciona las listas de diputados. Los españoles solo ratificamos esas listas. En realidad los diputados son títeres de los aparatos de los partidos. Desde el momento en que son elegidos dejan de representarnos para obedecer las consignas de partido. Los diputados del PP no son tontos. Saben lo que es correcto y lo que no. También sabían que si no aplaudían a Rajoy saldrían de la lista. ¡Qué diferente sería si cada diputado tuviera que rendir cuentas a los electores de su circunscripción!
Rajoy es realmente muy consecuente con el sistema que tenemos (yo no lo llamo democracia). Por eso usa el parlamento como bien dices, un mero circo. ¿Alguna decisión se toma en el congreso? No, solo hacen el trámite de aprobar lo que deciden los lobbys.
Yo no siento que los ciudadanos tengamos ningún poder. ¿Sientes tú el poder? Si tuviéramos el poder de poner a un diputado, lo tendríamos de quitarlo si incumple. Pero no, el poder legislativo depende de los aparatos de los partidos.
Para mi esto es partitocracia, no democracia.
Gracias por el comentario. Efectivamente el sistema electoral español crea un Parlamento especialmente ajeno al control de los ciudadanos, listas abiertas o, como sugieres, elección directa de representantes por circunscripción harían más democrático el sistema, yo también encuentro insuficiente nuestra democracia (aunque sí la reconozco como tal).
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