Soy profesor interino de filosofía (por poco tiempo, me temo) y no le tengo especial simpatía a los sindicatos de educación. Los considero en parte responsables de que yo sea interino y no funcionario, pues a causa de ellos el sistema de oposición no premia al mejor opositor, sino al que más veces ha opositado sin lograr sacar plaza, ni al mejor currículum, pues no puntúan publicaciones en revistas científicas ni ponencias en congresos, sino cursos de pedagogía impartidos por esos mismos sindicatos. No pertenezco a ningún partido político (milité unos años en uno sin representación parlamentaria) y a lo largo de mi vida he votado a cuatro partidos distintos y en blanco, nunca he dejado de ejercer mi derecho al voto. Por ello hablo con una voz que no pertenece a ningún sindicato ni a ningún partido, con una voz 15M (no es la voz del 15M, es una de las muchas voces que hay en un 15M que por definición no privilegia una sobre las demás).
El gobierno autonómico y sus medios afines pretenden convencer a la opinión pública de que los profesores haremos huelga para tratar de perpetuar unos derechos que ellos llaman privilegios. Así actúan los demagogos, tergiversando, lo que es un acto de defensa de la educación pública por parte de sus trabajadores, tratan de venderlo como un sabotaje, cuando son ellos mismos, los máximos responsables de la calidad del sistema público de educación, quienes vienen saboteándolo desde hace años. La huelga no es en defensa de unas determinadas condiciones laborales, sino en defensa de lo que dichas condiciones laborales suponen: la única diferencia de calidad que le resta ya a la educación pública frente a la privada y concertada, la garantía de que sus trabajadores tienen tiempo para preparar adecuadamente las clases y de que solo imparten asignaturas para las que están realmente preparados (esta último garantía se vino perdiendo ya el curso pasado). Esta huelga es un "basta ya", un "hasta aquí hemos llegado".
Recuerdo que cuando yo era adolescente circulaba la idea de que la educación pública era superior a la privada porque sus profesores eran mejores. ¿Qué ha ocurrido para que en tan solo quince años hayamos pasado a la idea de que la educación pública es un desastre? Los partidos políticos hacen todo menos reconocer su culpa en ese deterioro y buscan chivos expiatorios: tanto los de derechas como los de izquierdas recurren a un argumento xenófobo, la culpa es de la inmigración. La derecha dice que hay demasiados inmigrantes, la izquierda que todos los inmigrantes se concentran en la educación pública, el resultado de la ecuación es el mismo: la inmigración deteriora la calidad de la educación. Por supuesto, nada ha tenido que ver con el deterioro de la educación pública el hecho de que se reduzcan sus recursos, que cada pocos años se haga una nueva ley educativa, que no se consulte a los docentes para hacer dichas leyes sino a sesudos psicopedagogos con fórmulas magistrales, que se desprestigie la educación pública desde las propias instituciones que deberían alentarla, ni que se apueste decididamente por el modelo del concierto que quienes protagonizaron la transición democrática vendieron como un sistema provisional. No, todos vivimos engañados, los máximos responsables de la educación pública nada tienen que ver con su deterioro, en el fondo la culpa es de los alumnos, de los profesores y de los padres de los alumnos.
Pues no es así, concretamente en la Comunidad de Madrid, en lo que concierne a la educación, el gobierno regional lleva varios años convirtiendo los restos del Estado de bienestar en un Estado de beneficencia. La educación pública quedará reservada para los más desfavorecidos, el grueso de la población participará de una educación privada financiada con dinero público pero sin apenas controles por parte de las instituciones de la comunidad. Y esto es lo que realmente solivianta a los profesores de la escuela pública: no los recortes en sí, ni la ampliación de las horas lectivas, sino el argumento de que se trata de medidas necesarias para reducir el gasto, cuando todo lleva a pensar que lo primero en lo que habría que recortar no es en la propia empresa pública, sino en subvencionar a empresas privadas. Y sin embargo no es así sino todo lo contrario, se amplían los conciertos. ¿Qué empresa recorta en sus propias infraestructuras para reducir el gasto antes que reducir sus inversiones en otras empresas? Solo una, la empresa pública de la Comunidad de Madrid.
Por estas razones está más que justificada una huelga de profesores en la Comunidad de Madrid: porque no es cierto que no haya más remedio pues la Consejería de Educación podría y debería ahorrar del dinero que destina a sufragar la enseñanza privada, y no solo no lo hace, sino que aumenta la inversión, porque no es cierto que el profesorado de la educación pública sea un colectivo privilegiado al que haya que pedirle un esfuerzo, porque ese profesorado lleva ya muchos años haciendo muchos esfuerzos y gracias a eso no se ha terminado de hundir la educación pública en nuestra comunidad, porque el profesorado es de los pocos, sino el único, cuerpo funcionarial que tiene inspectores que supervisan su trabajo. No dejemos que quienes llevan tratando de acabar con la educación pública en Madrid durante tanto tiempo empleen la crisis económica como nuevo chivo expiatorio al que hacer responsable de su deterioro definitivo. Sólo hay un culpable de que nuestro Estado de bienestar lo sea ya de beneficencia: quien nos gobierna.
Recuerdo que cuando yo era adolescente circulaba la idea de que la educación pública era superior a la privada porque sus profesores eran mejores. ¿Qué ha ocurrido para que en tan solo quince años hayamos pasado a la idea de que la educación pública es un desastre? Los partidos políticos hacen todo menos reconocer su culpa en ese deterioro y buscan chivos expiatorios: tanto los de derechas como los de izquierdas recurren a un argumento xenófobo, la culpa es de la inmigración. La derecha dice que hay demasiados inmigrantes, la izquierda que todos los inmigrantes se concentran en la educación pública, el resultado de la ecuación es el mismo: la inmigración deteriora la calidad de la educación. Por supuesto, nada ha tenido que ver con el deterioro de la educación pública el hecho de que se reduzcan sus recursos, que cada pocos años se haga una nueva ley educativa, que no se consulte a los docentes para hacer dichas leyes sino a sesudos psicopedagogos con fórmulas magistrales, que se desprestigie la educación pública desde las propias instituciones que deberían alentarla, ni que se apueste decididamente por el modelo del concierto que quienes protagonizaron la transición democrática vendieron como un sistema provisional. No, todos vivimos engañados, los máximos responsables de la educación pública nada tienen que ver con su deterioro, en el fondo la culpa es de los alumnos, de los profesores y de los padres de los alumnos.
Pues no es así, concretamente en la Comunidad de Madrid, en lo que concierne a la educación, el gobierno regional lleva varios años convirtiendo los restos del Estado de bienestar en un Estado de beneficencia. La educación pública quedará reservada para los más desfavorecidos, el grueso de la población participará de una educación privada financiada con dinero público pero sin apenas controles por parte de las instituciones de la comunidad. Y esto es lo que realmente solivianta a los profesores de la escuela pública: no los recortes en sí, ni la ampliación de las horas lectivas, sino el argumento de que se trata de medidas necesarias para reducir el gasto, cuando todo lleva a pensar que lo primero en lo que habría que recortar no es en la propia empresa pública, sino en subvencionar a empresas privadas. Y sin embargo no es así sino todo lo contrario, se amplían los conciertos. ¿Qué empresa recorta en sus propias infraestructuras para reducir el gasto antes que reducir sus inversiones en otras empresas? Solo una, la empresa pública de la Comunidad de Madrid.
Por estas razones está más que justificada una huelga de profesores en la Comunidad de Madrid: porque no es cierto que no haya más remedio pues la Consejería de Educación podría y debería ahorrar del dinero que destina a sufragar la enseñanza privada, y no solo no lo hace, sino que aumenta la inversión, porque no es cierto que el profesorado de la educación pública sea un colectivo privilegiado al que haya que pedirle un esfuerzo, porque ese profesorado lleva ya muchos años haciendo muchos esfuerzos y gracias a eso no se ha terminado de hundir la educación pública en nuestra comunidad, porque el profesorado es de los pocos, sino el único, cuerpo funcionarial que tiene inspectores que supervisan su trabajo. No dejemos que quienes llevan tratando de acabar con la educación pública en Madrid durante tanto tiempo empleen la crisis económica como nuevo chivo expiatorio al que hacer responsable de su deterioro definitivo. Sólo hay un culpable de que nuestro Estado de bienestar lo sea ya de beneficencia: quien nos gobierna.
Totalmente de acuerdo contigo hasta en cada punto y coma de tu artículo. No olvidemos Javier, quienes están detrás, que pretenden y como quieren lograrlo. Desde los años 80 ha existido en España un serio debate interno en el sistema educativo entre los centros privados-concertados y los públicos. ¿Dónde queda el interés de la sociedad?, yo creo que adormecida una vez más y sepultada por los intereses económicos de la clase dirigente de las comunidades autónomas. Cada cual que mire a sus gobernantes, desde luego en la Comunidad Valenciana tenemos la desgracia de tener lo que tenemos...
ResponderEliminarComo siempre muy de acuerdo con todo lo que escribes Javi. Sólo tengo que añadir una pequeña matización en cuanto a que sólo hay un culpable, yo aumentaría el número a dos: quien nos gobierna y quien vota a los mismos de siempre a pesar de saber su nivel de corrupción y su política de recortes.
ResponderEliminarMe temo que se están cargando todas las ventajas de las que "disfrutábamos" y lo están haciendo a marchas forzadas: Educación, Sanidad y un largo etcétera que harán que sobrevivir en este Estado de beneficencia (como muy bien has dado en llamar) se convierta en toda una hazaña.
Desde aquí mi admiración a todos aquellos profesores que realmente defienden una enseñanza de calidad y dedican su vida a ello.
Besos :**
muy d acuerdo
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