domingo, 22 de noviembre de 2015

París, ¿y ahora qué?

En clase de Ética

          Era inevitable, mis alumnos en clase de Educación ético-cívica me preguntaron qué pensaba de los atentados de París. Se trataba de una pregunta de fácil respuesta: los atentados de París son una cruel y despiadada matanza de inocentes que me produce la más absoluta repulsa. Pero esa pregunta llevaba aparejada otra más complicada: "¿Qué hay que hacer?"
          Esa es la pregunta de la ética, "¿qué debo hacer?", y mi tarea como profesor es enseñar a los alumnos a responderla pero (al menos así enfoco yo la asignatura) sin darles la respuesta (al igual que el profesor de matemáticas enseña a resolver ecuaciones con la esperanza de que a los alumnos, conforme avance el curso, cada vez se les dé mejor resolver ecuaciones por sí mismos). Mi respuesta ante preguntas así no puede ser la del sacerdote, el moralista o el comisario político "debes hacer esto", porque si hay una cosa que deberían aprender los alumnos en clase de ética es algo tan complicado como a no ser ni dogmáticos ni relativistas, luego yo no puedo ser ni lo uno ni lo otro. No puedo ser dogmático porque entonces la única fuerza de mis enseñanzas sería la de la autoridad (y se trata de desarrollar la autonomía individual de los alumnos), pero tampoco puedo ser relativista porque los alumnos deben aprender a reexaminar sus preconceptos y desterrar prejuicios sin que ello conlleve un nihilista rechazo a cualquier tipo de principio o valor moral. Enseño pues cosas como que la violencia engendra violencia, que la venganza es estéril, que sin libertad, justicia y tolerancia no hay democracia y que ideologías del odio como la xenofobia o el racismo son incompatibles con el debate libre que llevamos a cabo en clase de ética y por eso su apología constituye un delito y no cabe en nuestras aulas, porque no se debe ser tolerante con el intolerante, por el bien de todos. Enseño, por tanto, cosas que harán de mis alumnos ciudadanos aptos para la convivencia pacífica con otros ciudadanos, pero no les evalúo por sus ideas ni por sus valores, sino por su capacidad de explicarlos, justificarlos y defenderlos sin otra fuerza que la de la razón y el mejor argumento, pues eso es lo que han de aprender a hacer.
          ¿Cuál fue entonces mi respuesta al "¿qué hay que hacer tras los atentados?" de mis alumnos? Un frustrante "¿qué crees tú que habría que hacer?". Así todos pudieron hablar, muchos para pedirme que "me mojara"... pero no soy su líder, ni su cura, ni su padre, soy su profesor de ética e hice lo que como tal me toca hacer: no responder por ellos, sino darles herramientas para que pudieran construir ellos mismos su propia respuesta sin más fuerza que la de las mejores razones y los mejores argumentos. Así, tocaba dilucidar qué era lo que realmente estábamos discutiendo, excluir razones que no eran sino reacciones viscerales, aclarar cuáles eran las opciones reales y cuáles un brindis al sol, señalar que casi siempre no hacer nada es también elegir y que en democracia la violencia no es la respuesta. Pero también tocaba considerar cosas menos obvias como que justificamos la violencia en casos excepcionales (defensa propia, tiranicido) y ya que estábamos hablando de Francia poníamos como ejemplos la Revolución Francesa y la resistencia armada contra la ocupación nazi, y también supimos de otras ocasiones en que (como en tantos procesos de transición a la democracia) se restaura la paz tras episodios terribles de violencia unilateral gracias a que los verdugos reconocen públicamente su culpa y las víctimas renuncian a hacer justicia (o a hacerlo con todo el peso de la ley) por el bien común. Y tras esto les tocaba a ellos, mis alumnos, evaluar si este era un caso de excepción o no, decidir cómo debían aplicarse algunos de los principios generales mencionados a este caso particular. Yo les presté la ayuda que pude desmintiendo falsas creencias y separando lo relevante para el debate de lo accesorio, la razón del prejuicio.
          No sé si un profesor de ética que no da la respuesta sin más es un buen profesor de ética, solo sé que yo no podría serlo de otro modo (aquí tenéis a otro profesor de ética, que sé es un gran profesor, enfrentándose al mismo problema). Pero al igual que el profesor de matemáticas tiene las respuestas a sus problemas aunque no las dé sin más, así también el profesor de ética ha de tener una respuesta (aunque resulta obvio que un problema complejo no puede tener una respuesta sencilla, por mucho que tantos se hayan aprestado a llamar imbéciles, mojigatos, cobardes, sanguinarios y demás improperios a aquellos que disentían de la opinión propia). Aquí trato de construir mi respuesta.

De aquellos polvos...

          En los últimos días ha habido bastantes personas que han buscado atenuar de alguna forma la responsabilidad de los terroristas de París, o por lo menos establecer responsabilidades colaterales que alcanzarían a los gobiernos de estados (¿y a los estados mismos?) que condenan dicha violencia y que tienen a los terroristas por enemigos. De hecho, muchos han hecho el siguiente razonamiento para llegar a acusar al gobierno de las propias víctimas como responsable de su asesinato: Francia decidió ayudar a los rebeldes contra el régimen de Al-Asad en Siria con armas y financiación, algunos de esos rebeldes se desgajaron de los demás y comenzaron una guerra por su cuenta para instaurar un gran califato semejante al Califato Omeya de los siglos VII y VIII, estos últimos prepararon a los terroristas (franceses en su mayoría) que perpetraron los atentados de París la noche del 13 de noviembre de 2015, luego el gobierno de Francia, de hecho, es responsable del atentado. A este argumento añaden otro: Francia (al igual que Rusia) en septiembre empezó a bombardear posiciones del DAESH (Estado Islámico de Irak y el Levante) en Siria, los atentados son una represalia, luego el gobierno de Francia es responsable del atentado.
          Normalmente nadie llega a la conclusión "el gobierno de Francia es responsable del atentado" (aunque muchos memes y eslóganes apuntan en esa dirección), pero son muchos los que hablan de tener en cuenta otras consideraciones además de la voluntad de causar el mayor daño posible de los terroristas como única responsable de sus actos. Bueno, sin duda el comportamiento de los terroristas se explica en parte por la desigualdad social y la discriminación, sin duda el gobierno francés (como otros muchos gobiernos de Occidente) ha tomado decisiones de geopolítica lamentables e incluso criminales, es cierto que parte de la financiación y las armas que maneja el Estado Islámico proviene de países que se tienen por sus enemigos... pero todo apunta a que cometieron los atentados unos terroristas en nombre de un estado teocrático, y todo apunta a que los responsables de las muertes de (hasta la fecha) 130 personas en dichos atentados fueron los terroristas que, con metralletas, bombas y una enorme dosis de fanatismo religioso, los asesinaron. Esto último no quiere decir que no haya que investigar más allá, pero la duda es si poner el acento en todo lo que no sea la responsabilidad de los terroristas por sus atroces actos en este momento es pertinente.
          Ciertamente Francia venía participando en la Guerra Civil Siria, pero me gustaría recordar que dicha guerra civil surgió al calor de la Primavera Árabe en 2011, que algunos ciudadanos sirios se levantaron pacíficamente contra la tiranía de Bashar Al-Asad y fueron duramente reprimidos (disparos a manifestantes, arrestos y tortura de prisioneros) y que con una esperanza ingenua (y tal vez irresponsable) muchos creímos que todos los rebeldes sirios eran iguales a aquellos manifestantes pacíficos y que defender su causa era la de defender la democracia frente a la tiranía. Reconozco que colaborar con esos rebeldes con financiación y armas me pareció terrible pero acertado, pues pensé que la participación directa (como se llevó a cabo en Libia) sería peor, y que la comunidad internacional no podía permanecer impasible ante los crímenes de Al-Asad sobre su propio pueblo (pues eso en el fondo es lo que reclamaban los partidarios de la no-intervención). El tiempo ha demostrado que las decisiones adoptadas fueron un terrible error (aunque no era fácil prever sus consecuencias exactas), pero quiero dejar bien claras las tres opciones: intervenir militarmente, colaborar con los insurgentes o contemporizar con las violaciones de Derechos Humanos de Al-Asad (la mejor para Europa, Rusia y EEUU, por cierto, la pregunta es si era la mejor para los sirios, que es de lo que va todo esto). El problema de la opción por la que se optó es que ha hecho posible el crecimiento de algo terrible, del grupo terrorista fundamentalista DAESH. Para quien no recuerde bien la cronología de los hechos, aquí hay un excelente resumen de la Guerra Civil Siria en cinco minutos. Lo que no hay que olvidar es que la ayuda de Francia al DAESH fue en su momento involuntaria (el DAESH no era aún el DAESH), que Al-Assad es un tirano sanguinario y que hace unos años fuimos muchos los ingenuos que, esperanzados, vimos en la Primavera Árabe el principio del fin de las teocracias islamistas y de tics medievales en el  Magreb y el Mashreq árabes.
          Pero Francia no ha sido el único estado occidental acusado subrepticiamente de ser responsable de los atentados de París, también EEUU. Y no he llegado a ver acusaciones hacia España, pero sí hacia su gobierno de hace una década. En fin, muchos establecen una relación causal entre la última Guerra de Irak y el nacimiento del DAESH. No obstante creo que Aznar, Bush y Blair no necesitan ser responsables de lo ocurrido en París para ser juzgados con toda severidad por aquello de lo que son responsables directos y que es ya suficientemente terrible por sí mismo: la última Guerra del Golfo, llevada a cabo por motivos espurios y en contra de una resolución directa de la ONU. Parece como si su culpa no fuera suficiente y hubiera que añadirles cada nuevo mal que tenga lugar en Oriente Medio. Pero si se trata de remontarse en la cadena causal entonces hay que retroceder algo más, pues yo diría que lo que empezó a desestabilizar la zona fue la Guerra Fría. Debemos recordar que los Estados Unidos reaccionaron a la invasión de Afganistán por parte de la URSS financiando y suministrando equipo militar a los rebeldes, lo cual también se ha revelado un error que traería consecuencias funestas a largo plazo (en ese caso y siempre que se ha hecho en la zona, como nos recuerda este artículo). Así que si la culpa de los asesinatos de París la tiene el imperialismo occidental, aquí tienen a los dos líderes de los principales imperialismos de la segunda mitad del siglo XX en el momento de los hechos:


          Estos son Leonid Brézhnev (Presidente de la URSS de 1964 a 1982) y Jimmy Carter (Presidente de los EEUU de 1977 a 1981), los principales actores en el inicio de la primera Guerra de Afganistán. Bien, tenemos a los culpables, ¿ahora qué?
          ¿Y por qué parar aquí? Si nos ponemos muy quisquillosos con los orígenes de los males de Oriente Medio, podemos ir más atrás, estos serían los responsables:


          Se trata de François Georges-Picot (en representación de Francia) y Sir Mark Sykes (en representación de Gran Bretaña) que firmaron el pacto durante la Gran Guerra por el cual Francia y Gran Bretaña se repartían Oriente Medio. O si no ellos, los responsables serían los gobiernos de sus países y más en general la política de colonización occidental.
          Podríamos ir más atrás aún, a la propia colonización, o al Imperio Otomano, o a las Cruzadas, o a la expansión del Islam, o al Imperio Romano o las conquistas de Alejandro Magno. Diseminen ustedes las responsabilidades cuanto quieran en la cadena causal de la Historia, el problema seguirá siendo el mismo, no nos habremos acercado ni una centésima más a la respuesta a nuestra pregunta: "¿Qué se debe hacer?" Podemos alcanzar a entender mejor las causas del conflicto para tratar de no repetir errores en el futuro, podremos forzar a dimitir a Obama u Hollande cuando todo haya acabado, o juzgarles, pero en este mismo instante (o mejor, hace una semana) la pregunta, obstinada y persistente, sigue en pie tras todas nuestras disquisiciones sobre el origen del mal que golpeó París: "¿Qué se debe hacer?" Ese es el dilema moral que hay que resolver y sobre el cual trataré de arrojar algo de luz empleando un pequeño experimento mental. Quien quiera conocer un poco la historia de la zona puede encontrarla en este vídeo en que se cuenta la historia de Siria en 10 minutos con 15 mapas o este artículo que explica los orígenes de la Guerra Civil Siria con 9 mapas. Pero ahora centrémonos en el atentado de París empleando para ello el ejemplo de otra guerra civil.

El atentado

          Imaginemos que durante la Guerra Civil Española los sublevados del bando franquista deciden que, puesto que la URSS está ayudando a la República con armas y otros medios, han de atacar a la URSS. Dado que el territorio de la URSS les resulta inalcanzable, deciden emplear a simpatizantes fascistas nacidos en la URSS que, en nombre de la Junta de Defensa Nacional, cometerán una serie de atentados en suelo soviético que Franco y demás líderes de la sublevación reivindicarán como propios. Dichos fascistas matan de hecho a 130 civiles inocentes en Leningrado. ¿No sería una invitación a que la URSS bombardeara las posiciones del autodenominado bando nacional en España? Y nótese que la España oficial es toda España, pero que de hecho el estado como tal, representado por su gobierno legítimo, no ha atacado a la URSS. Ciertamente la situación no es idéntica a la que nos enfrentamos, pero la duda es si las diferencias entre ambos casos son moralmente relevantes. En nuestro experimento mental todo sugiere que sería razonable que la URSS bombardeara el cuartel general del ejército sublevado.
          A las intuiciones que genera esta ficción, hay que añadirle algunas consideraciones, como la constatación de que Francia (y Estados Unidos, y Rusia, que por cierto también ha sido golpeada por el mismo terrorismo) desde septiembre de este año ya estaba tomando parte activa en la Guerra Civil Siria (como la URSS, Alemania e Italia en la Guerra Civil Española, lo cual refuerza el paralelismo) bombardeando posiciones del DAESH (y los rusos no solo del DAESH) en Siria. ¿La respuesta al atentado debería ser entonces dejar de intervenir? ¿No sería eso a todas luces admitir la derrota frente al DAESH? ¿Es esa una opción? Si un dilema es una elección forzosa entre dos posiciones contradictorias, ambas indeseables, que nos obliga a escoger el menor de dos males, entonces estamos ante uno muy serio.
          

El dilema moral

          El dilema moral no es si Francia tiene o no derecho a bombardear posiciones del DAESH en Siria (he tratado de resolver esta cuestión con el experimento mental de más arriba), ni siquiera si es mejor o no que lo haga para sus propios intereses porque el totalitarista en su versión nazi, etarra o fascislamista (gloriosa y afortunada expresión de Bernard-Henry Lévi en su indispensable artículo "La guerra, manual de instrucciones") solo ansía la aniquilación de quienes no son como él, luego lo único que le conduce a no destruirlos es que se le impida hacerlo, que de hecho los que no son como él lo hagan imposible.
          Volvamos a la primera mitad del siglo XX y escuchemos cómo suenan las palabras de aquel que dijera en 1940: "Bombardear Alemania solo servirá para generar más violencia, debemos lograr que se desarmen las partes y que entreguen las armas." No me puedo creer que nadie se tome en serio en estas circunstancias el argumento de la infinita espiral de violencia, pues no se puede ser tolerante con los actos intolerantes y la defensa de la intolerancia. O recordemos a los profetas que predijeron que la Ley de Partidos daría alas al terrorismo de ETA y que este no podría ser vencido únicamente con acción policial y judicial (aunque hay que reconocer que en esto había algo de verdad, fue necesario algo más, la repulsa, el rechazo público de la sociedad civil vasca que durante mucho tiempo consintió con su silencio pero finalmente fue capaz de vencer su más que comprensible miedo a sufrir represalias, y hay que puntualizar que en el caso que nos ocupa también son más que bienvenidas la repulsa y condena públicas e inequívocas del DAESH por parte de la comunidad musulmana).
          No, el auténtico dilema no es "¿qué le conviene hacer a Francia?", el auténtico dilema moral es este: ¿Justifica matar a inocentes el objetivo perseguido de acabar con los terroristas?
          Para responder a esta brutal cuestión hay que detenerse a analizar bien el problema. Si se tratara la cuestión dentro de una democracia la respuesta sería sencilla: no, en ningún caso está justificado. Si consideramos en cambio que la cuestión se dirime dentro de una guerra... la guerra (o al menos esta "guerra") es un juego de suma cero en que quien no vence, pierde. Si, como parece sugerir el experimento mental llevado a cabo con la Guerra Civil Española, los atentados de París son un acto de guerra, entonces el que hubiera víctimas civiles al atacar al DAESH sería un precio asumible (lo cual es decididamente terrible, y por ello nos hayamos ante un dilema brutal). El dilema en este caso es entonces decidir entre el menor de estos dos males: perder contra los fascislamistas o vencer pero sin poder evitar matar a una minoría (pero toda vida humana es preciosa) inocente (porque el mundo ideal en que los bombardeos solo matan a los malos no existe).
          Mi idea es que, de estas dos malditas opciones, la de perder contra los fascislamistas es inasumible. Tal vez empezar esta guerra podrá traer consecuencias funestas en territorio europeo (ya lo está haciendo) pero perderla las traería peores. Yo diría que si la historia nos ha enseñado algo es que la mayor parte de las intervenciones extranjeras en guerras civiles son un fracaso y casi siempre empeoran las cosas ("el infierno está lleno de buenas intenciones" decían las abuelas), pero el daño ya está hecho y no cabe volver atrás. Hay que elegir en el marco actual, con DAESH como factor determinante de cualquier movimiento. Y quien pretenda que mi dilema "ganar o perder" es un falso dilema porque habría terceras opciones tendría que entender que el DAESH no es cualquier cosa, son los nazis, son fascislamistas, porque el enemigo del DAESH es toda la civilización, su único objetivo es la aniquilación del que no sea de los suyos... y muchos no lo somos. Para el DAESH el dilema es obvio: matar o morir, y al juego de la paz dos no juegan si uno no quiere. Luego un DAESH consentido provocaría muchas más muertes inocentes que tratar de aniquilar al DAESH. De hecho ya lo está haciendo y no olvidemos que la mayor parte de las víctimas del DAESH son musulmanas y sirias, y de lo que se trata también es de defender a los sirios.
          Así que el resultado de nuestro dilema es atroz, como no podía ser de otra forma, Francia debe tratar de aniquilar a los terroristas del DAESH aunque eso sin duda implicará la muerte de inocentes, pero dejar de hacerlo sería con toda probabilidad consentir un número de víctimas inocentes mucho mayor a largo plazo (también hay que pensar que una operación con efectivos sobre suelo sirio sería probablemente más rápida... ¿pero estaría Francia dispuesta a enviar soldados a morir a Siria?, ¿sería aconsejable vista la experiencia de las guerras del Golfo?).
          Por supuesto, puedo estar equivocado, y por eso no respondo en clase de ética y solo ayudo a que los alumnos elaboren su propia respuesta, pero se responda o no a los alumnos, no se puede no tener una respuesta, porque no tenerla es también tener una repuesta, y añadir datos que nos distraen de los hechos y de la necesidad de responder, gritar cuánto se ama toda vida humana como si los demás no lo hicieran tanto como nosotros, discutir sobre intenciones y principios posponiendo sine die la acción, es lo que Jean Paul Sartre llamó mala fe.

Apéndice

          Me gustaría apuntar una cosa al hilo de las reflexiones anteriores. Francia ha podido hacer mal muchas cosas, pero hubo algo que sin duda hizo correctamente: educó a los futuros terroristas como ciudadanos y no los dejó a merced de quienes sembraron el odio en ellos. Fracasó pero lo intentó. Se trata de educar en lo que une y sustenta la democracia y el pluralismo, no en lo que separa, porque los valores cívicos nos unen a todos por igual mientras que las religiones nos separan por confesiones (a menos que sean hegemónicas como en una teocracia, pero eso es justo lo que persigue el DAESH). ¿Qué podemos pues hacer a largo plazo? Educar en los valores cívicos universales, en el laicismo. En eso hay que persistir, porque los hechos demuestran que por desgracia no es condición suficiente para la tolerancia, pero sí necesaria. Nadie invoca el nombre de Aristóteles, Kant o Stuart Mill para matar.

P.S. Hollande ha sido un zorro astuto y no nos ha dejado pensar, ha actuado antes de que el debate prosperara realmente y de repente el debate, como esta entrada, parece irrelevante, pretérito, vetusto. El problema es que la razón (incluso una tan calculadora y utilitarista como la de esta entrada) en ocasiones no es tan rápida como la voluntad quisiera... "La lechuza de Minerva levanta el vuelo al atardecer" Hegel dixit.





domingo, 1 de noviembre de 2015

De la necesidad del estudio de la filosofía

          Aquellos que sean asiduos de este blog ya sabrán muy bien de tres de mis grandes vicios: las introducciones que dan largos rodeos, las entradas demasiado extensas y el quintacolumnismo. Es sin orgullo que declaro que esta entrada no va a ser una excepción, no obstante confío en que al final de sus muchos vericuetos y sus tribulaciones autocríticas logre su objetivo principal: defender la necesidad del estudio de la historia de la filosofía en el bachillerato (a quien solo le interese esa parte puede saltar directamente a la sección final del post).
          Creo que toda defensa de la filosofía, aunque en ocasiones pueda revestirse de épica (yo mismo lo he hecho en las entradas ¿Por qué la filosofía? y No hay ética) por motivos retóricos, debe sin embargo tratar de ceñirse a los hechos si no quiere convertirse en aquello que nos pasamos la vida criticando los profesores de filosofía en clase: la erística de los sofistas. Es así que vengo leyendo encendidas y dramáticas defensas de la necesidad de la filosofía que parten de afirmar una falsedad (la desaparición de la filosofía del bachillerato) y que emplean dos argumentos contrafácticos falaces: a) si no hubiera estudio de la filosofía, entonces no habría pensamiento crítico y b) si no hubiera estudio de la filosofía, entonces no habría democracia. Soy profesor de filosofía, así que obviamente adoro mi disciplina, pues filosofía no es precisamente algo que se estudie como medio para ganar fortuna y gloria. Ahora, de ahí a tener la osadía de pretender que todo aquel que no estudie filosofía será un borrego o un antidemócrata va un trecho tan largo que creo que solo ayudará a sumar a la causa de los filósofos el apoyo de borregos capaces de creer en tamaña falsedad (generalmente el tipo de borregos que confunde filosofía con ideología, y más concretamente con su ideología).

La filosofía no desaparece del bachillerato
          "¿Cómo? ¿Qué es eso de que no desaparece la filosofía del bachillerato? ¡Si he leído artículos, posts y cartas al director que afirman que el gobierno elimina la enseñanza de la filosofía!" Pues no, no es así, y lo siento por todos esos artículos, posts y cartas al director en cuyos titulares (no siempre el cuerpo) abundan las buenas intenciones pero no el amor a la verdad. A día de hoy es obligatoria la enseñanza de la asignatura Filosofía en 1º de Bachillerato, con una dotación de cuatro horas lectivas a la semana (una más que con la ley anterior), y sus contenidos formarán parte del futuro examen de reválida (respecto al despropósito que supone ese futuro examen tal cual está planteado a día de hoy ya haré una entrada específica en el blog). Lo que sí ocurre con la nueva ley es que la asignatura de 2º de Bachillerato Historia de la Filosofía pasará de ser obligatoria a ser optativa (salvo en el Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales en que será materia de modalidad). De esta forma, la aserción "desaparece la filosofía del bachillerato" es literalmente falsa.
          Es cierto que el profesorado español de filosofía en su mayoría tiene un sesgo historicista, y probablemente en las mentes de muchos de mis colegas Filosofía e Historia de la Filosofía son equivalentes (no hay más que echar un vistazo a muchos de los libros de la asignatura Filosofía, donde un tratamiento en apariencia sincrónico de los principales interrogantes filosóficos esconde muchas mini-historias de la filosofía). Hay que decir también, en honor a la verdad, que la existencia de asignaturas de filosofía (sin tener en cuenta asignaturas de ciudadanía o ética) es algo bastante poco habitual en los bachilleratos del mundo, yo apenas tengo noticia de tres casos aparte del nuestro: Francia, Italia y Finlandia.
          En Italia se enseña filosofía como le gustaría a muchos: Historia de la Filosofía a lo largo de los tres cursos de bachillerato (primer curso Filosofía Antigua y Medieval, segundo curso Renacentista y Moderna, y tercer curso Moderna y Contemporánea). En Finlandia y Francia el enfoque es sistemático y problematizador, no histórico (espero poder dedicar una entrada del blog a defender ese modelo frente al historicista). En Francia, el modelo que mejor conozco, no se estudia filosofía hasta el último curso de bachillerato, se dan tres horas semanales en el bachillerato científico, cuatro en el económico-social y la friolera de ocho horas en el literario. En todos estos itinerarios al menos dos horas de filosofía han de ser consecutivas para favorecer hacer exámenes de dos horas, exámenes que consisten en un comentario de texto (sin preguntas guía) o una disertación. Que yo sepa no se enseña filosofía en países que tan grandes filósofos han dado como Alemania o el Reino Unido. De hecho, en la mayoría de países europeos no se enseña filosofía como tal, con una asignatura específica en el bachillerato (este informe de la UNESCO que parece decir lo contrario contabiliza asignaturas de valores éticos). Así que si nos comparamos con todos esos países afirmaciones como "la filosofía queda de facto eliminada en los institutos" da vergüenza ajena (demuestra muy poco amor por la asignatura de filosofía que a mí me parece más valiosa, la de 1º). Como mucho podríamos decir que la asignatura de Historia de la Filosofía queda arrinconada, pero es obvio que como titular no resulta suficientemente sensacionalista (pero qué somos, ¿filósofos o sofistas?).

El pensamiento crítico y la democracia no dependen de la enseñanza de la filosofía
          La verdad de esta afirmación es tan obvia que parece mentira que nadie pueda decir lo contrario, y sin embargo son muchas las defensas de la presencia de la filosofía en bachillerato que afirman cosas tales como que sin la filosofía desaparecerán tanto el pensamiento crítico como la democracia (o al menos el espíritu democrático). Vale la pena preguntarse entonces lo siguiente: ¿Aventajamos acaso en pensamiento crítico, por ejemplo, a los ciudadanos alemanes gracias a nuestros (voy a contar solo los años de la democracia) 37 años de enseñanza de la filosofía en bachillerato? ¿Es nuestra democracia superior a la británica o a la de Estados Unidos? ¿Son las virtudes cívicas y actitudes democráticas de los españoles superiores a las de aquellos ciudadanos europeos que tienen la desgracia de no estudiar filosofía en el bachillerato?
          Martin Heidegger, uno de los más grandes filósofos del siglo XX fue un nazi redomado, ¿cómo iba servida su filosofía en cuanto a democracia? La enseñanza de la filosofía en bachillerato en España existe desde el año 1953, en plena dictadura franquista, ¿es de suponer que el régimen se hacía el hara-kiri enseñando el pensamiento crítico que haría de sus ciudadanos demócratas antifranquistas?
          Está bien que nos contemos a nosotros mismos y a nuestros alumnos los cuentos de lo que idealmente es, o debería ser, la filosofía, porque es la mejor forma de acercarnos (acercarles) a dicho ideal, pero no sé si es legítimo (o filosófico) recurrir al mito cuando se trata de legislar. Sería mejor atenerse a los hechos (¿dónde ha quedado eso de que la filosofía es el paso del mito al logos?), y los hechos demuestran que los argumentos a) "si no hubiera estudio de la filosofía, entonces no habría pensamiento crítico" y b) "si no hubiera estudio de la filosofía, entonces no habría democracia" son incorrectos.
          Algun filósofo bien pensante me acusará de falacia del hombre de paja, dirá que nadie defiende que la filosofía sea condición suficiente para el pensamiento crítico y la democracia, sino tan solo condición necesaria. La democracia nació con la filosofía y la relación no es accidental. Tal vez, pero temo que podamos cometer en esta ocasión una falacia post hoc ergo propter hoc. Diría que en todo caso la democracia fue causa de la filosofía y no al revés, la democracia ateniense (o la autonomía democratizante de las colonias de Jonia) hizo necesario y posible el pensamiento discursivo de la filosofía. Tampoco deberíamos olvidar que la democracia ateniense excluía a todas las mujeres, a gran parte de los varones y permitía la esclavitud, algo que difícilmente consideraríamos hoy democrático (pero que desde luego era legitimado por muchas filosofías). También, si hubo un momento de la Historia de Europa en que la enseñanza de la filosofía fue absolutamente obligatoria (para aquellos pocos que estudiaban), fue en la Edad Media, una filosofía que muchos no dudarían en tachar de no suficientemente crítica sino dogmática, y una época en que la democracia brillaba por su ausencia (aunque ya oigo a filósofos que sostienen una interpretación whig de la historia protestando panglossianamente por mi falta de visión de conjunto).
          Tratando se salvar los muebles tal vez el filósofo bien pensante acudiría a una nueva versión deflacionaria (más aún que la anterior) del argumento de que si no hay filosofía entonces no hay pensamiento crítico y democracia, vendría a decir algo así como que "la filosofía garantiza democracia y pensamiento crítico si es buena, o si se enseña como es debido". Pero si hemos arrinconado hasta ese punto a la filosofía entonces hemos perdido: habría que demostrar que la filosofía que efectivamente se enseña y el cómo se hace son "buenos" o "cómo es debido" (lo cual parece quedar desmentido por el hecho de que los españoles no seamos más críticos ni más demócratas que otros muchos europeos que no estudian filosofía en bachillerato) y además habría que demostrar que precisamente el hecho de que dejara de ser obligatoria no la enseñanza de la filosofía, sino la historia de la filosofía, desvirtuaría su carácter fundador de la democracia y del pensamiento crítico.
          No, los argumentos a) y b) son insostenibles. Es más, son vergonzantes y contraproducentes, porque demuestran la falta de pensamiento crítico de aquel que los esgrime. El pensamiento crítico es comprendido a menudo como capacidad de crítica a la verdad o el bien oficiales, como sinónimo de sospecha de lo establecido por la mayoría o las instituciones. Sin embargo el interés del por qué crítico de la filosofía es que alcanza cualquier recoveco, y eso incluye el pensamiento propio, también el de las autodenominadas minorías críticas que creen tontamente que precisamente por el hecho de ser minorías o alternativas a lo abundante u oficial ya son críticas. Nada más lejos de la realidad. Sin ir más lejos las llamadas terapias alternativas no son las representantes del pensamiento crítico en cuanto al conocimiento y la medicina, por el contrario son dogmáticas, es la ciencia oficial la que representa el pensamiento crítico (o algo que se le acerca). Más nos vale pues a los filósofos demostrar que no somos propensos a los discursos autocomplacientes con respecto al valor de nuestra disciplina, o la presunta conexión entre pensamiento crítico y filosofía resultará a todas luces vacía de contenido.

La enseñanza de la filosofía en bachillerato es necesaria
          Ya que he mencionado las terapias alternativas (sobre mi crítica a algunas pseudociencias véanse El fantasma en la máquina I: la homeopatía y El fantasma en la máquina II: el Reiki) voy a aprovechar para emplearlas en un ejemplo que muestra por qué la enseñanza de la filosofía es, si no necesaria, como mínimo muy útil: porque combate el pensamiento mágico. Cualquier persona sensata dirá que eso ya lo hace la ciencia, y así es, pero no en el bachillerato. Las materias de ciencias en bachillerato consisten en la enseñanza de contenidos puramente científicos (afortunadamente), y no en la discusión acerca de los límites de la ciencia ni de sus fundamentos (o no explícitamente). Muchos estudiantes de bachillerato científico tienen creencias profundamente anticientíficas sin ser conscientes de ello, para ellos la ciencia es como un algoritmo que permite resolver problemas prácticos pero no implica necesariamente una visión científica de la realidad. Por el contrario en filosofía se trabaja la necesaria coherencia entre praxis y teoría, acción y principios, se enfrenta a los alumnos a preguntas por la consistencia de sus creencias, por los fundamentos de su cosmovisión.
          Como es bien sabido la filosofía es un saber de segundo orden y nos permite abstraernos de lo concreto (que es lo que se enseña en todas las demás disciplinas del bachillerato) para tratar de dotarnos de una perspectiva global que cohesiona los saberes dispersos. Muchos alumnos llegarán a clase de filosofía con espíritu crítico y con espíritu democrático (luego estos no provienen de la enseñanza de la filosofía), pero muy pocos con la capacidad de abstracción radical de la filosofía que les lleve a tener una visión salvajemente holista de la realidad. La filosofía sirve, entre otras cosas, de pegamento de saberes que de otra forma serían compartimentos estanco, y para tratar cosas que, de otra forma, no se tratarían. En biología se estudia el funcionamiento del cerebro, en física la naturaleza de la materia, ¿pero dónde cabe preguntarse sobre si mente y cerebro son la misma sustancia o no, sobre si lo mental es material en el mismo sentido en que lo es el cerebro o no, sobre si lo mental es idéntico al cerebro o es una propiedad suya, o un epifenómeno, o una función?
          Cierto, aún estudiando filosofía seguimos siendo dogmáticos, prejuiciosos e incoherentes pero como dice Deleuze "que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que quisieran...". En fin, no voy a añadir aquí más argumentos a los ya aportados en ¿Por qué la filosofía? Voy en cambio, como prometí al principio de la entrada, a tratar de dar brevemente algunas razones por la cuales creo que no solo debe enseñarse en bachillerato filosofía, sino que sería conveniente mantener la obligatoriedad de la asignatura de Historia de la Filosofía.

La enseñanza de la historia de la filosofía en bachillerato es necesaria
          ¿Qué se enseña en Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato? Me temo que varía de unas comunidades a otras, en Madrid se enseña la historia del pensamiento desde la filosofía presocrática hasta la filosofía del siglo XX, desarrollando de forma pormenorizada el pensamiento de 13 autores: Platón y Aristóteles dentro de la Filosofía Antigua; Agustín de Hipona y Tomás de Aquino dentro de la Filosofía Medieval; Descartes, Locke, Hume, Rousseau y Kant dentro de la Filosofía Moderna; y Marx, Nietzsche, Wittgenstein y Ortega y Gasset dentro de la Filosofía Contemporánea. ¿Es necesario añadir la enseñanza del pensamiento de estos autores a lo visto en la asignatura de Filosofía de 1º de Bachillerato? Creo que es muy recomendable por las siguientes razones:
  • Al estudiar distintos sistemas filosóficos los alumnos tendrán ocasión de comprender el sentido de la filosofía no ya desde el punto de vista de las respuestas que da a interrogantes concretos, sino en cuanto sistema globalizador, en tanto que estructura de ideas jerárquica y coherente, en cuanto visión del mundo.
  • El estudio de "filosofías", del pensamiento de distintos autores con teorías a menudo enfrentadas permite desterrar el sesgo que pueda tener un profesor que imparta mal la Filosofía de 1º de Bachillerato. En Historia de la Filosofía se enseñan puntos de vista dispares y el profesor, aunque sienta un profundo disgusto con unos autores y admiración por otros se ve obligado a hacerlos todos tan convincentes y sólidos como le sea posible (y otro tanto le ocurre al alumno, que se ve obligado a poner entre paréntesis su propia filosofía). Así, en Historia de la Filosofía sale reforzado el pluralismo filosófico y de este modo también la tan cacareada disposición al pensamiento crítico.

          También es cierto que si ustedes me preguntaran "Si tuviera que elegir entre enseñar en bachillerato Filosofía o Historia de la Filosofía, ¿qué elegiría?", mi respuesta sería sin duda "Filosofía" pues bien planteada habría de ser tanto o más plural que Historia de la Filosofía, ¿pero por qué habría que elegir el menor de dos males si durante años ha sido posible enseñar ambas en bachillerato? Esta falacia también tiene nombre, se llama falso dilema.


          Aunque la petición hable grandilocuentemente de "salvar la filosofía", si consideras que la asignatura de Historia de la Filosofía merece seguir siendo obligatoria en 2º de  Bachillerato y que es necesaria la enseñanza de la ética filosófica y no de variantes baratas de autoayuda en la ESO, puedes firmar esta petición en change.org 
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