jueves, 15 de noviembre de 2012

Así no, así tampoco

          Ayer, como tantos otros ciudadanos hice huelga. Dejé de ganar el sueldo de un día (pérdida que se añadirá a los recortes que viene sufriendo mi nómina) para protestar por las políticas económicas del gobierno. ¿Por qué? Reconozco que lo hice con una fe insuficiente en los objetivos que animaban la huelga y en quien la convocaba. Creo que las huelgas son útiles como medida de presión contra un patrón que cederá ante las pérdidas de su empresa, o incluso contra la Administración cuando un paro continuado en sus servicios daña la imagen de quien detenta el poder hasta el punto de hacerle cejar en alguna de sus políticas. Ninguno de esos casos era el de ayer. Tampoco me inspiran simpatía los principales sindicatos que convocaban el paro, que no tienen las manos limpias respecto al mal que estamos sufriendo pues, por ejemplo, no dudaron en colocar a sus consejeros en cajas de ahorro que desahucian a ciudadanos arruinados, entre otras cosas por la mala gestión de dichas cajas de ahorros.
          ¿Por qué hacer huelga entonces? Por solidaridad y por desesperación. Por solidaridad con compañeros de la lucha que lleva teniendo lugar desde el 15 de Mayo de 2011 por hacer de este país una democracia mejor, muchos de ellos sí creen en la huelga como motor del cambio, y yo creo que cualquier acción revindicativa, si no es masiva, no surtirá ningún efecto, así que decidí sumarme a esa masa. Por desesperación porque aunque mi sabiduría práctica me dice que este no es el mejor medio para alcanzar los fines que se persiguen pero... ¡es prácticamente el único medio que tienen los ciudadanos en esta democracia tan limitada para intentar hacer valer su opinión más allá del voto! El daño que nos están haciendo es muy grande, así que no pienso dejar de disparar ni un solo cartucho, por muy estropeado que esté el que me quede.
          Además de todo esto, sí tengo muy claro del lado de quién no quiero estar: de este Gobierno que miente para llegar al poder e incumple sistemáticamente su programa, que defiende que la ley es igual para todos a la hora de desahuciar familias pero parece olvidarlo cuando se trata de perseguir el fraude fiscal de las grandes fortunas, que olvida que el fracaso de gestión que nos ha llevado a esta situación también es el suyo porque ha arruinado varias comunidades autónomas y que cuando se recrudecen las protestas no duda en ordenar a una policía que es de los ciudadanos en reprimir la voz de estos a ver si nos callamos de una vez.
          Pero no ponerme del lado del Gobierno, solidarizarme con los trabajadores haciendo huelga no significa que la parafernalia y metodología huelguista me guste, porque de hecho no me gusta nada. Todo esto traté de expresarlo muy condensadito con la siguiente foto que compartí en facebook:
          Empleé esta foto como muestra de rechazo a cualquier forma de violencia, pero las críticas de una amiga (gracias Inés) me han hecho ver que además la foto podría sugerir que la violencia física sufrida por un chico de 13 años de manos de la policía es igual a la psicológica sufrida por trabajadores adultos de manos de los piquetes, y en absoluto es así. De hecho me parece que es tan obvio que en absoluto es así que por eso no se me llegó a ocurrir que la imagen pudiera sugerirlo (salvo en mentes como la de Francisco Marhuenda o Hermann Tertsch y demás infaustos palmeros del régimen, manipuladores y mentirosos).
          Por ello ya no compartiría esta foto, porque me parece que deforma la realidad estableciendo un paralelismo entre dos formas de violencia que merecen mi rechazo por el simple hecho de serlo, pero que no son equivalentes. Lo que no me vale son las otras razones que me dio mi amiga para no publicar esta foto: que las imágenes de la derecha son pura propaganda y no reflejan la realidad, que la violencia que aparece en ellas es contra objetos y no contra personas y que esa violencia se ejerce en aras del bien común lo cual debería ser como mínimo un atenuante. Y ahora explicaré por qué, pero lo primero es lo primero:
          Realmente hay que estar muy cegado por la ideología para no sentir náuseas al ver estas imágenes. Nada justifica la actuación del policía porque de hecho nada podría justificarla y es repugnante volcar la responsabilidad moral de la agresión en los padres de la víctima: el responsable es quien agrede (y no "de los padres, que las visten como putas").
          Ahora, ¿decir lo anterior debería inhabilitarme para criticar cualquier otro tipo de violencia que sea de signo contrario o de menor intensidad? ¿Por qué?
          Las imágenes del taxi grafiteado o del supermecado asaltado no son propaganda, son imágenes que reflejan la realidad, cuyo uso, eso sí, puede ser propagandístico. Si son dos accidentes absolutamente aislados y se hacen pasar como la norma se estará haciendo un uso fraudulento de las imágenes, pero no es eso lo que yo pretendía, sino dar una prueba contrastable de una realidad que todos sabemos que existe: la intimidación de los piquetes. Y desde este punto de vista sí tiene sentido adjuntar estas imágenes a la del menor agredido, si el uso de una es propagandístico por centrarse en un caso aislado que no refleja el conjunto, también lo será el uso de la otra, ya que están empleadas conjuntamente. Conque no, señalan hechos: existe la violencia policial injustificada y existe la violencia por parte de los piquetes (y no me vale el "pues yo he estado en muchos piquetes y nunca he visto eso", porque ver, lo que se dice ver, la agresión al menor si no fuera por los medios tampoco la habría visto nadie más que los presentes).
          Viene entonces el siguiente argumento: vale, algunos piquetes harán uso de la violencia, pero es violencia contra objetos y no contra personas. Falso, en el taxi habría un taxista y en el supermercado empleados. Hay diferentes formas de ejercer violencia sobre las personas, una de ellas es la agresión física, otra es la intimidación, que es el tipo de violencia que ejercen los piquetes mediante insultos o en ocasiones recurriendo a destrozar materiales. El fundamento mismo del piquete es la coacción, y esta se lleva a cabo mediante la intimidación: "yo de ti aparcaría el taxi o...". Vamos, que a mí ese lado mafioso de las huelgas en que se insta a "pagar por la protección" me parece lamentable y una vez más el hecho de que algunos empresarios coarten el derecho a la huelga no justifica que los piquetes coarten el derecho a no hacerla. La huelga debería ser un indicador del descontento de aquellos que la hacen, ¿y si no hay tantos ciudadanos descontentos como quieren los convocantes de la huelga, o los hay pero no quieren expresar su descontento mediante una huelga, quién es nadie para obligarles, por qué nadie debería tener la potestad de decidir que la decisión de otra persona no es legítima? ¿Cuál es la función de los piquetes, tratar de garantizar que la huelga sea un éxito aunque no lo sea? Pero entonces, ¿cómo podríamos fiarnos nunca de que el resultado de una huelga refleje realmente el sentir de la ciudadanía si se adultera ese resultado? Que la huelga sea obligatoria anula el sentido de la huelga. "Es para compensar por aquellos trabajadores que quieren hacer huelga y no pueden" se dirá, claro, se ha hecho una estimación de trabajadores cuya empresa no respeta sus derechos laborales y se trata de compensar, ¿no? Aporrear cierres, pegar pegatinas en escaparates, hacer pintadas, insultar es agredir a personas mediante la intimidación. ¿Es mucho peor que un policía le abra la cabeza a un chico de 13 años? Por supuesto, ¿y cuál es el nexo lógico entre esta afirmación y concluir que la violencia de los piquetes, por no ser física, es admisible o que no es violencia?
          Lo que ocurre, me temo, es que los piquetes y quienes los apoyan no perciben el daño que hacen, son insensibles a su propia violencia que no consideran tal, y no porque se realice contra objetos, sino porque el motor de su acción les impide ver la violencia concreta dado que tiene un carácter instrumental. "Estamos trabajando por un bien común", y eso parece ser excusa para pisotear el bien concreto de personas concretas. Pero el caso es que el gobierno también dice tomar las medidas que toma, aquellas contra las que se protesta en forma de huelga, en aras del bien común, y lo mismo hizo el gobierno anterior. Y yo el caso es que me voy cansando de la facilidad con que se putea a la gente en aras al bien común, y piensan y deciden por nosotros por nuestro propio bien. Porque el caso es que son muchos los que se oponen a la huelga considerando que no solo no hace bien ninguno al país, sino que dado que se deja de producir y cuesta dinero, y aparentemente daría mala imagen en el exterior, más bien le hace daño. Quienes defienden la huelga dirán entonces que es un mal necesario para lograr un bien ulterior, a saber: que el gobierno cambie su política. Pero considerar que este objetivo se va a lograr, y que va a lograrse mediante la huelga, me parece que es vivir en una realidad paralela (esto lo digo hoy, pero había que intentarlo), y que precisamente perseguir dicho objetivo haciendo uso de la intimidación no sobre el gobierno, sino sobre otros trabajadores o pequeños empresarios, no solo no acerca dicho objetivo sino que lo aleja. Y por eso me cabrean especialmente ciertas prácticas huelguísticas, porque yo me comprometo con ese mismo objetivo, y quienes emplean medios que la opinión pública rechaza y que atentan contra libertades individuales lo que están es entorpeciendo el camino hacia el bien común.
          Ya para acabar, la foto, el "así no, así tampoco" parece reflejar equidistancia, y por eso ya no lo compartiria, porque no es esa mi postura: yo hice huelga, yo me pongo de parte de unos y en contra de otros, no soy equidistante, pero no por eso voy a suscribir cuanto hagan mis compañeros de viaje.
         
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