Como siempre comenzaré con una pequeña aclaración del título de esta entrada. Obviamente me refiero a la llamada Transición española que supuso el paso del franquismo a una monarquía parlamentaria, esto es, de la dictadura a la democracia. Existe quien considera que dicho paso ha sido ya completado y quien, en el extremo opuesto, defiende que no existido tal paso. Para los primeros de lo que yo voy a hablar no es de "completar la Transición" sino de llevar a cabo una 2ª Transición, y para los segundos de lo que hablaré es de algo que no se puede completar porque nunca comenzó, luego de un auténtico principio. ¿Por qué yo escojo hablar de una Transición incompleta, y no alguna de las otras dos opciones? Primero, contra lo que dicen quienes rehusan admitir su existencia, porque es innegable que no seguimos viviendo bajo una dictadura, luego un cambio hubo. Y segundo, contra lo que dicen quienes niegan que dicho cambio haya sido imperfecto, porque es un hecho que la Transición tuvo lugar en unas condiciones en que muchos de sus protagonistas hubieron de hacer renuncias no solo en aras del consenso, sino también coartados por la amenaza de la vuelta al anterior estado de cosas y por la ignorancia acerca de los resultados de las reformas que estaban llevando a cabo (dada la prácticamente nula tradición democrática de este país). No quiero en ningún caso hacer juicios retrospectivos, creo que dadas las circunstancias poco mejor se pudo hacer lo que se hizo, pero ese respeto al pasado no puede condicionar nuestro presente: hay cosas que no se hicieron y quedan pendientes y hay cosas que sí se hicieron y no han dado el resultado esperado.
España es ahora un país en que resulta impensable perder la normalidad democrática (y más si es cierto que estamos viviendo el final del terrorismo de ETA), o en el que en cualquier caso es impensable que haya algo así como un golpe de Estado, una dictadura o una guerra civil, y por ello podemos repensar el modelo de Estado sin vernos atenazados por el miedo a estas amenazas que sí atenazaban (y con razón) a quienes comenzaron la Transición que ahora debemos acabar. ¿Y con qué medios y hacia qué fines? El medio no puede ser otro que el mismo que guió la Transición desde el principio: el consenso. Los fines... precisamente escribo aquí para señalar hacia dónde creo que debería tender la Transición, pero básicamente deberían tender todas las reformas hacia una única realidad: hacer de nuestra democracia una democracia mejor. ¿Es esto posible? O hay democracia o no la hay dicen algunos, si esta democracia ha de ser corregida es que no es una democracia auténtica. No lo veo así. Hay una serie de condiciones necesarias y suficientes para la democracia (garantía de derechos civiles, soberanía popular y pluralismo político) que se dan en la nuestra, pero una vez cumplidas dichas condiciones hay numerosas variantes de modelo de Estado que hacen mejor o peor dicha democracia (por ejemplo, la soberanía popular puede ejercerse mejor o peor, el pluralismo político tener más o menos presencia...). Creo que nuestra democracia es mejorable porque arrastra unos lastres del pasado que hipotecan su presente, lastres que básicamente figuran en su Constitución, y por ello creo que la reforma básica que completaría la Transición sería la reforma de la Constitución.
¿Cuándo, cómo? Cuando haya una mayoría (que está formándose a día de hoy) de ciudadanos que entiendan que es necesario hacerlo, pueden pasar dos años, pueden pasar ocho, se hace camino al andar y no hay prisa porque vamos lejos. Ahora la prioridad se la llevan la crisis económica y sus consecuencias, pero las grandes crisis económicas han conducido a cambios políticos (generalmente limitando la democracia, en nuestra mano está lograr que aquí ocurra lo contrario). Insisto en que el impulso que debe guiar este proceso es el ánimo de consenso, porque solo el acuerdo entre todas las partes puede hacer que dure un contrato, y un contrato es lo que es una Constitución, y debe hacerse para durar. El consenso y un principio de utilidad, esto es, la idea de buscar el mayor bien para el mayor número, con el límite siempre de los derechos civiles de todos los ciudadanos. La mayoría de ciudadanos impulsará una mayoría parlamentaria partidaria de la reforma, y esta habrá lugar. En democracia no hay otro modo, no hay atajos, porque manifestarse no es un atajo, y la desobediencia civil tampoco, son las armas de que dispone el ciudadano previstas dentro de la misma democracia para hacerse oir y para crear conciencia, más allá del sufragio. Y por ello si queremos que nuestros representantes cumplan con el deber de ejercer la soberanía en nombre del pueblo, debemos manifestarnos, debemos hacer visibles nuestras demandas, debemos luchar pacíficamente por el cambio. El cambio social llevará al cambio político, porque si ocurrió en el franquismo con más razón debería poder ocurrir en la democracia. Por primera vez en mucho tiempo son muchos quienes han votado a partidos que abogan por reformar la Constitución (solo entre UPyD e IU, más de dos millones y medio, y con todas sus enormes diferencias deben aprender a estar juntos en esto, junto con los votantes de otros muchos partidos reformistas como Equo), algo está cambiando, y en este cambio una pieza clave será el PSOE, que tendrá que elegir entre sumarse al reformismo o encastillarse en el inmovilismo que a día de hoy comanda con el PP, que también llegado el momento tal vez se vea obligado a evolucionar hacia posiciones reformistas. ¿Por qué? Porque a esta Constitución empiezan a vérsele mucho las costuras, tanto que ya se las ve casi todo el mundo salvo aquellos que no ven porque no quieren ver, o porque se benefician precisamente de las imperfecciones del sistema y por ello les conviene conservarlas. Pero esta postura cínica era más fácil de mantener antes, ahora tienen voz partidos que señalan sin pudor los descosidos de esta democracia y el 15M ha despertado a la ciudadanía de su letargo autocomplaciente. Creo sinceramente que el 15 de Mayo de 2011 marcó el principio del fin de la Transición, o al menos estoy dispuesto a luchar porque así sea.
He aquí mi propuesta de reforma de la Constitución, creo que cuáles son los aspectos a tratar es evidente, otra cosa es la solución que quepa adoptar. Aquí propongo la mía, pero la única buena será aquella que alcance un consenso amplio. Defiendo que mi propuesta no es ideológica porque los cambios y añadidos a la Constitución son de carácter formal (incluso el de la renta básica, pues la libertad negativa que conceden los derechos civiles y políticos es insuficiente y son necesarias medidas de libertad positiva, porque sin medios para ejercer la libertad no hay realmente libertad) y todos redundan en una ampliación de la soberanía popular y de la neutralidad del Estado.
1/ Ley electoral justa. Personalmente optaría por una circunscripción única, con un Congreso de 400 diputados y donde los votos en blanco se contabilizaran para el reparto de escaños.
2/ Separación de poderes. Básicamente habría que independizar el poder judicial del legislativo, los propios jueces deberían escoger a los miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial.
3/ Principio de subsistencia. Presente en la Constitución alemana, es semejante pero no equivalente a una renta básica y garantiza (o debería garantizar) que no exista la exclusión social. Los ciudadanos en riesgo de exclusión social percibirían una ayuda que no es una renta fija, sino proporcional, estableciéndose un mínimo para gastos de vestimenta y alimentación además de vivienda y energía (dentro de unos límites).
4/ Cauces de participación ciudadana. ¿No deberían leyes orgánicas como las de educación ser refrendadas mediante referendum? Tal vez así no habría una nueva ley de educación con cada nuevo gobierno, pues cualquier propuesta sometida a referendum que quisiera salir airosa debería contar con un amplio consenso. La propia Constitución debería contemplar que algunas leyes no puedan ser aprobadas sin consulta popular (por no hablar de los cambios en la propia Constitución), así como facilitar la presentación de iniciativas legislativas populares (a día de hoy una tarea hercúlea).
5/ Estado laico. Bastaría con que el artículo 16.3 de la Constitución quedara redactado así: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal". En cuanto a las razones para este cambio me remito a la entrada anterior Laicismo para dummies.
6/ República. Sencillamente es más democrático un Estado en que el Jefe de Estado es elegido por la soberanía popular y no por su pedigrí.
7/ Nueva organización territorial. El estado de autonomías tal cual está no ha funcionado, para algunos la autonomía es demasiada y para otros poca, a nadie le parece la autonomía justa. Este tema es el más complicado de resolver, mi propuesta de consenso sería un modelo federal de estados (en principio Cataluña, País Vasco, Galicia y resto de España) siguiendo el modelo de los Estados Unidos. Me veo incapaz de abordar este problema en estas pocas lineas, pero apuntado queda.
De estas reformas algunas me parecen absolutamente indispensables, irrenunciables para tener una democracia completa, otras menos (por ejemplo, la monarquía parlamentaria me parece un mal menor, si la figura del monarca sirve para cohesionar). En cualquier caso la reforma buena sería aquella acordada por una amplia mayoría del Congreso y refrendada mediante referéndum también con una amplia mayoría, yo aquí solo quería sugerir algunas líneas de reforma.
¿Es esta una hoja de ruta para el 15M? No. El 15M no debe renunciar (mientras no quiera hacerlo) a asambleas de barrios (gracias a ellas ha despertado una solidaridad vecinal dormida), parar desahucios (o incluso realojar en edificios vacíos) y combatir las redadas racistas. El 15M sigue, o debe seguir siendo, un movimiento plural, sin un programa único sino rico en propuestas e iniciativas que se ajusten a dos criterios: independencia de partidos y sindicatos (aunque se pueda coincidir y colaborar con ellos) y defensa de la democracia y la justicia social. No obstante creo que el 15M puede ser la punta de lanza de un frente reformista al que se sumen partidos, organizaciones y ciudadanos ajenos al 15M. El primer punto de reforma que destaco es el que más amplio respaldo ha tenido dentro del movimiento del 15M desde el principio (la demanda que más veces ha aparecido en las asambleas, en el buzón de la acampada de Sol, en esas asambleas virtuales que son twitter y facebook), y por ello el primer gran paso para completar la Transición es este domingo, #18D, en que saldremos a la calle para defender el principio "una persona, un voto", para protestar por una ley electoral injusta. Porque si el único cauce para la participación ciudadana en esta democracia es el voto cada cuatro años, y a efectos prácticos no todos los votos valen lo mismo, entonces se están desfigurando los tres aspectos básicos de la democracia: la libertad, la soberanía popular y el pluralismo político.
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