sábado, 16 de julio de 2011

Lo llaman neoliberalismo y no lo es

            La frase de Roosevelt que aparece en su monumento de Washington D. C. se refiere a los totalitarismos que asolaron Europa, pero cabe replantearla aplicándola al neoliberalismo: "Quienes persiguen un sistema financiero basado en la absoluta desregularización de toda actividad de los mercados llaman a eso 'neoliberalismo'. Ni es nuevo, ni es liberalismo."
            En realidad aquello a lo que llaman "neoliberalismo" es la vieja ley de la selva, pues consiste en desregular los mercados financieros para hacer posible que el hombre sea un lobo para el hombre. La democracia, el Estado, la libertad, se basan en la existencia de leyes. ¿Con qué derecho se abre un hueco en esa democracia basada en leyes y se hace una excepción respecto al poder económico? ¿Por qué algunas entidades estarían libres del contrato que nos ata a todos para garantizar el bien común? Más que al contrato liberal de J. Locke, el neoliberalismo recuerda al pacto absolutista hobbesiano según el cual el contrato solo obliga a una de las partes, a los súbditos, pero no al monarca que queda por encima de la ley, aunque en este caso el tirano no es el monarca absoluto, sino aquellos que controlan el sistema financiero.
            El contrato liberal por el contrario obliga a todas las partes, porque se considera que en sociedad la libertad no consiste en no estar sometido a ninguna autoridad, sino en no estar sometido a más poder que a aquel elegido de común acuerdo, un poder que se compromete a salvaguardar los derechos de los ciudadanos y ante el cual estos no están indefensos: si el gobierno no cumple su parte del contrato, el pueblo tiene derecho a la desobediencia civil. Hay una frase que gusta mucho a los defensores del neoliberalismo: "No hay que confundir la libertad con el libertinaje." El caso es que el neoliberalismo no es más libertad, es mayor libertinaje, porque la libertad es posible gracias al imperio de la ley, que nos permite actuar a voluntad dentro de unos límites, y dichos límites garantizan precisamente que nuestra voluntad no se verá tiranizada por otras voluntades que posean más fuerza, porque la ley del más fuerte no es ley, la sociedad de lobos no es sociedad, porque no puede hablarse de neoliberalismo sino en todo caso de neolibertinismo.
            ¿Y si el neoliberalismo no es liberal, qué es? De ser algo esa desregularización de los mercados financieros sería "neocapitalismo", pero tampoco, porque tampoco es nuevo, pues no promueve más que la recuperación de un capitalismo de mano invisible. Y este capitalismo tuvo su momento histórico cuando la mano invisible de Adam Smith era la mejor opción frente a la mano del monarca y sus ministros mercantilistas. Pero ahora estamos muy lejos de esa situación. El neoliberalismo es la vuelta a un capitalismo de hace dos siglos y medio, cuando ha existido un modelo capitalista, la llamada economía mixta, que se ha mostrado muy superior a la hora de maximizar la felicidad de los ciudadanos al resolver con un término medio la disyuntiva tradicional entre libertad e igualdad. Eso sí era un liberalismo nuevo.
            Terminando como empezamos, el neoliberalismo ni es nuevo ni es liberal, es un neoconservadurismo, el asalto de un quinto poder, el económico, al mejor modelo de Estado hasta la fecha, la democracia social. Sobre la Europa ilustrada triunfa la anti-Europa, se derrumba un modelo de Estado que enorgullecía a una UE que ahora agacha la cabeza y se vende sin pudor no a lo nuevo, sino a lo viejo, al Antiguo Régimen, al Leviatán.

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